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«Perdóneme que no hable mucho; estoy vivo de milagro y mis mandos me han dicho que no haga declaraciones», dijo ayer a Ultima Hora el subteniente del Ejército Fidel Albalat, de 45 años y nacido en Palma, que salvó su vida el pasado lunes al hallar en su vehículo un artefacto explosivo colocado por ETA. Mientras se recupera del monumental susto, Fidel Albalat descansa en su piso de la capital sevillana, junto a su esposa y dos hijas «menorquinas», enfatiza, «porque yo he estado en todas las islas de Balears».

«Media vida viví en Mallorca, Eivissa y Menorca, y aunque es cierto que no tengo familiares en Palma, una hermana mía está radicada en Eivissa», explica.

Los recuerdos del fallido atentado etarra son inevitables, y a cada momento subraya que sus mandos le han prohibido hablar con la prensa. Aceptó un diálogo breve telefónico con este diario, pero rechazó de plano ser fotografiado por los medios de comunicación sevillanos.

«Tienen que comprender que lo que menos deseo en estos momentos es la publicidad. He aceptado hablar con su diario porque me siento muy mallorquín, pese al tiempo que he estado viviendo en Andalucía», explica Albalat. El militar mallorquín señala, finalmente, que su «mayor deseo» es pasar unas vacaciones en Mallorca. «Tengo muchos deseos de descansar allí», afirmó.