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El autobús de la línea 53 de la EMT que resultó alcanzado por el coche-bomba evitó una tragedia mayor al actuar de parapeto de la onda expansiva, según explicaron testigos presenciales. A las nueve y diez de la mañana el vehículo público se encontraba retenido al encontrarse en rojo el semáforo situado en la confluencia de la Avenida de Badajoz con la calle de Torrelaguna, y en ese momento los terroristas hicieron estallar el coche-bomba.

El vehículo utilizado por los violentos había sido estacionado en el mismo cruce de estas dos vías, y el autobús actuó de parapeto y protegió a las personas que se encontraban al otro lado de la calle. Al parecer, debido a esa hora, en el autobús solamente viajaban cinco o seis pasajeros, quienes resultaron heridos por la onda expansiva al igual que el conductor de la EMT, que se encuentra en estado muy grave. El resto de las personas alcanzadas, hasta el más de medio centenar, eran transeúntes. Este vehículo quedó totalmente destrozado.

La explosión del coche-bomba provocó una situación de intranquilidad y desesperación porque hirió a diferentes vecinos que transitaban por la zona, muy frecuentada a esas horas y que fueron ayudados por otros viandantes, quienes incluso tuvieron que hacerles «torniquetes» para evitar la pérdida de sangre. El SAMUR-092 instaló en la zona un Puesto Médico Avanzado (hospital de campaña), donde atendió en principio a 36 personas, de las que 23 fueron trasladadas en ambulancia a distintos hospitales de Madrid. Este servicio municipal dedicó a este trabajo un total de doce ambulancias.

La explosión se produjo a menos de cien metros de dos colegios, especialmente el Mater Inmaculata, en el que los alumnos habían entrado a las 8:45, apenas unos minutos antes de la explosión, según el testimonio de una vecina. Un poco más lejos, en el Colegio Público México, los alumnos también estaban ya en las aulas. En ambos casos los niños permanecieron en los centros escolares que no llegaron a ser desalojados.