La economía española moderó su elevado ritmo de crecimiento en el
tercer trimestre del año, en el que el Producto Interior Bruto
(PIB) aumentó en torno al cuatro por ciento, según el Banco de
España. Ese crecimiento, inferior al 4'2 por ciento correspondiente
a los seis meses anteriores, estuvo influido por una «modesta
desaceleración» de la demanda nacional, que aumentó un 4'5 por
ciento en el tercer trimestre, cuando el promedio del primer
semestre había sido del 4'8 por ciento.
Por el contrario, según afirma el Banco de España en un informe
de coyuntura económica publicado ayer, la demanda exterior neta
mantuvo la contribución negativa al PIB que había tenido entre
enero y junio del 2000, cifrada en medio punto porcentual. Durante
los nueve primeros meses del año se han aproximado las tasas de
crecimiento real de la economía española y la del conjunto de la
Unión Monetaria, algo que debe interpretarse -adviertecomo una
consecuencia lógica de la posición cíclica más avanzada de la
economía española, que está ya en el cuarto año de crecimiento
ininterrumpido.
Pero, además de los relacionados con esa posición cíclica, el
Banco de España cita como factores que influyen en la moderación
del crecimiento económico «el efecto que sobre la renta real tiene
el encarecimiento de los productos petrolíferos, la propia
incertidumbre inherente a ese proceso y una política monetaria
necesariamente cautelosa para hacer frente a la inflación».
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