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El presidente del grupo de CiU en el ayuntamiento de Barcelona, Joaquim Molins, anunció ayer que al final de su mandato no volverá a encabezar la candidatura de la coalición y que dejará totalmente la actividad política. Molins, de 55 años, es el último de los dirigentes históricos (con excepción de Jordi Pujol) que permanece en el secretariado permanente de CDC, ha sido conseller de Comercio y responsable de Política Territorial, y fue portavoz de CiU en el Congreso durante la pasada legislatura antes de encabezar la candidatura a la alcaldía de Barcelona en 1999.

En una rueda de prensa convocada para hablar de cuestiones municipales, Molins ha anunciado que «dejaré la actividad política tan pronto acabe el mandato municipal, y no voy a volver a presentarme». «Creo que es lo que me correspondía hacer en este momento, porque, como dice la Biblia, cada día tiene su afán», ha explicado Molins para argumentar su decisión. Sus motivos, ha dicho, son estrictamente personales, aunque ha querido puntualizar que no tienen que ver con los problemas cardíacos que ha sufrido este año porque ahora se encuentra «muy bien y aún espero hacer muchas cosas en esta vida».

A preguntas de los periodistas, no ha querido vincular su decisión con el malestar que desde diversos sectores se le atribuye por el rumbo que imprime a CDC la nueva dirección surgida del último congreso. Tampoco ha querido vincular esta decisión al hecho de que no renueve como presidente de la Federación de Barcelona ciudad de CDC, y se ha limitado a reiterar que es una decisión «personal e intransferible». «He dedicado 25 años de mi vida a la política, y ahora me toca hacer otra cosa», ha explicado, aunque afirma que todavía desconoce cuál será su nueva ocupación.

Molins no ha querido entrar a valorar el perfil de su sucesor ni si éste debe ser de CDC o de UDC, y se ha limitado a responder que en su partido hay gente muy preparada, pero que en todas las elecciones hay que escoger al mejor candidato que pueda presentar la coalición.