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Los miembros del «comando Barcelona» se dedicaban «a la actividad terrorista pura y dura durante las 24 horas», y no tenían otros trabajos como tapadera, pese a que disponían de documentación falsa y tarjetas mercantiles de actividades diversas, según la policía. De hecho, algunos vecinos sospechaban del comportamiento de los tres inquilinos del número 34 de la calle Pintor Fortuny porque entraban y salían a horas extrañas y nunca saludaban a los vecinos, por lo que llegaron a apodarlos como «los etarras».

La policía expuso el material incautado, entre el que figuran temporizadores, lapas para pegar a vehículos y ollas para rellenar de metralla. Según la versión policial, antes de iniciar los atentados, se dedicaron a recoger información de posibles objetivos. De hecho habían confeccionado listas con información más o menos detallada de políticos, empresarios y profesionales catalanes.

Fuentes policiales destacaron que la dinamita que tenían los etarras en el piso estaba caducada y que de haber estallado mientras la manipulaban hubiera podido volar medio barrio de la Ribera.