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La economía registró un «crecimiento elevado» en el 2000, un 4'1 por ciento, «aunque con un perfil de moderada desaceleración en la segunda mitad del año», según el Informe Trimestral de la Economía Española del Banco de España. La progresiva desaceleración de la actividad, tanto en España como en la zona euro, tuvo su origen en la evolución de la demanda interna, y particularmente del consumo privado, a consecuencia del alza de los precios de la energía, el retroceso del grado de confianza de los consumidores y la negativa evolución de los mercado de valores.

En opinión del Banco de España, el 2000 se ha cerrado con unos resultados muy positivos en términos de crecimiento y de creación de empleo pero «evidenciando una cierta divergencia en el comportamiento de precios y coste con la zona euro». Esto «representa un riesgo de pérdida de competitividad, que podría acentuarse a lo largo del actual ejercicio», en un contexto de apreciación del tipo de cambio.

Así, indica que si la negociación colectiva del 2001 no se plantea desde la perspectiva de un retorno de la tasa de inflación hacia niveles compatibles con la estabilidad de precios sino aceptando como punto de partida el actual IPC, «el riesgo de una aceleración de los costes y de un alejamiento de las pautas de los países de la zona euro aumentará».

«La economía se enfrenta ahora al reto de volver a la senda de moderación de rentas» que permitió, añade el informe, su entronque con un área de estabilidad en la que progresar hacia una convergencia real con los países más avanzados de la Unión Monetaria. En el cuarto trimestre del 2000 la economía «confirma la continuidad de la senda de desaceleración iniciada en el tercer trimestre» y la tasa interanual del PIB se redujo ligeramente hasta situarse en el 3'9% frente al 4'1 del trimestre anterior. Esta evolución del PIB se sustentó en la demanda interna.