La normalidad regresó ayer a Barcelona, tras reabrirse la Diagonal.

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El Gobierno expresó ayer su satisfacción por los logros conseguidos en la cumbre de Barcelona, especialmente en sectores como el energético y en política social, mientras que el PSOE ha calificado los acuerdos de «modestos», IU de «continuistas» y los sindicatos han echado en falta concreciones. El ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, aseguró que la Presidencia española ha logrado «prácticamente el 100% de los objetivos» que se había marcado para este Consejo europeo, por lo que ha calificado la cumbre de un «auténtico éxito». En los mismos términos se expresó el portavoz del Gobierno, Pío Cabanillas, para quien el Consejo europeo, además de «conseguir los grandes objetivos planteados» en lo económico y lo social, «ha fijado una política exterior común». Josep Piqué recordó el acuerdo para liberalizar el mercado energético para las industrias en 2004 y el mandato a los países miembros para que en el Consejo de Primavera adopten una decisión sobre su apertura a los particulares.

En este sentido, Cabanillas ha añadido que la cumbre de Barcelona ha supuesto el relanzamiento de la reformas económicas en el viejo continente y la creación de las bases de un mercado integrado, en finanzas y en transportes, además de en materia energética. El acuerdo para abrir el sector eléctrico y el gas a las empresas -entre un 60% y un 70% del mercado total- y garantizar a la vez el carácter público de este servicio y la interconexión eléctrica fue valorado «positivamente» desde el mundo empresarial. En opinión del presidente de la Asociación de Empresas con Gran Consumo (AEGE), Antonio Zabalza, la cumbre de Barcelona demostró que «preservar el carácter público del suministro eléctrico es compatible con el objetivo de elevar la competencia». La tarjeta sanitaria -decisión que fue aplaudida desde la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública y la Unión de Consumidores-, la creación de guarderías para fomentar el trabajo femenino, el retraso de las jubilaciones o el programa Galileo son otros los acuerdos destacados por la Presidencia.

«Si además de todo esto se ha plasmado una voz y criterio únicos en política exterior, en materias tan importantes como la ayuda al desarrollo y la postura común para la cumbre de Monterrey, Oriente Medio y Gibraltar, se pude hablar de gran éxito», según Cabanillas. Según la opinión de Josep Piqué, «se ha avanzado muy significativamente y esto es irreversible; el camino está trazado y esta batalla ganada», en alusión al proceso liberalizador en la UE. Por su parte, el PSOE se mostró escéptico a la hora de valorar la cumbre ya que, en opinión de su secretario general, José Luis Rodríguez Zapatero, los acuerdos han sido «modestos» y «los objetivos no se han producido en toda su intensidad». Para Zapatero, en el Consejo europeo se detectaron dos sensibilidades, «una que solo piensa en la Europa económica y otra más vinculada a la Europa social», mientras que la secretaria de Internacional, Trinidad Jiménez, añadió que «se ha avanzado muy poco en liberalización de mercados energéticos y reforma laboral».

Frente a esa tesis, el primer secretario del PSC, Pasqual Maragall, consideró «razonables» los resultados de la cumbre y ha destacado el acuerdo sobre la liberalización energética «especialmente importante para los catalanes, víctimas de un monopolio eléctrico incapaz de garantizar la calidad». Las organizaciones sindicales calificaron de «interesante» que el sector eléctrico sea considerado, tras la cumbre, un servicio público y apuntaron el acuerdo sobre la interconexión eléctrica, a pesar de que en UGT y CC OO creen que el Consejo europeo «ha sido más de declaraciones que de compromisos». Por su parte, el coordinador general de IU, Gaspar Llamazares, afirmó que los Quince «han apostado por el continuismo liberal y seguidista de la política americana», aunque resaltó la aprobación del programa Galileo de navegación por satélite y la tarjeta sanitaria como los grandes logros de esta cumbre.