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Pep Roig y Joan Torres. Enviados especiales a Muxía. «Hoy han trabajado mucho y bien», comentaba el conductor del gran camión que se llevaba el chapopote extraído de entre las rocas del cabo Touriñan por los voluntarios de Mallorca, y que calculaba en 40 toneladas el peso total de la brea asesina que en cuatro horas llenó los contenedores allí dispuestos. Porque, horror, cuando poco antes de las diez de la mañana los mallorquines enfilaron cuesta abajo el pedregoso camino hacia las rocas enfangadas, desde lo alto se fueron percatando de que allí había mucha más materia que el día anterior.

Y así empezó a gestarse la victoria en la batalla de ayer, con la disciplina que logró que todos funcionaran como un solo cuerpo haciendo verdad aquello de que la unión hace la fuerza. El trabajo es frenético y poco a poco empiezan a producirse las primeras bajas en la cadena de extracción, a veces momentánea y otras definitiva para esa jornada, aunque afortunadamente son casos muy leves y que no preocupan especialmente.

La «doctora Queen» como llaman a Maria Antònia, de Llubí, se encarga de atenderlos a todos. «Más que nada son pequeños mareos producidos al respirar demasiado tiempo los gases que desprende el petróleo, algunas torceduras, pequeños traumatismos y alguna que otra pequeña herida», explica la sanitaria que pertenece a Protección Civil de Pollença.

Y una de las lesionadas fue la joven Maite. «La bota se me ha quedado aprisionada en el chapopote y al hacer fuerza para sacarla, se ve que me he torcido la rodilla y me duele». A la joven le inmovilizan la pierna izquierda y poco después se le llevan al hospital de Cee para un mejor diagnóstico. «Pide lo que quieras, que aquí hay mucha gente dispuesta a atenderte», le dice Joan Nicolau, que es el jefe de los voluntarios de Protección Civil de los de Balears. «Lo que quiero es que todos se vayan allá abajo, que es donde hacen más falta», responde la chica sin dejar de sonreír y de animar a los que le rodean.