De hecho, la principal discrepancia entre Madrid y Berlín es el
papel de los inspectores, ya que el Gobierno español considera que
no deben ser «detectives ni negociadores», sino que su labor es
verificar el desarme con pruebas que presente Bagdad. Los dos
dirigentes sí están de acuerdo en dos premisas básicas: que el
objetivo es el desarme de Irak y que la crisis debe mantenerse en
el seno del Consejo de Seguridad de la ONU, preservando el actual
sistema de seguridad mundial.
El canciller alemán, Gerhard Schroeder, expuso a Aznar las
líneas generales de la iniciativa, que el jefe del Ejecutivo
español consideró «muy interesante», pero dejó claro que las
inspecciones no son el problema y los propios inspectores no han
pedido medios para reforzar su trabajo.
Así, Aznar y Schroeder dedicaron parte de su reunión -que duró
dos horas- a hacer una «exposición muy detallada» de las razones
por las que defienden sus posiciones respectivas, pero no
trascendió ningún acercamiento entre los dos países, ambos miembros
no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.
España y Alemania también comparten la preocupación por la
división europea, especialmente en la OTAN, ya que consideran que
debe seguir siendo el garante fundamental de la seguridad
europea.
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