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En la votación no hubo ausencias del PP, que estuvo representado por sus 183 diputados, incluyendo a Aznar. Por contra, la oposición llegó a la votación con las bajas de Zoila Riera (CiU), Marisa Castro (IU) y Joxe Joan González de Txabarri (PNV), ausentes por compromisos o enfermedad. En cualquier caso, tampoco registraron fugas y los once partidos de la oposición sumaron 164 votos. Cuando la presidenta del Congreso leyó el resultado, los diputados del PP se pusieron en pìe prorrumpiendo en aplausos al grito de «olé, olé».

Conforme al resultado de la votación, quedó aprobada la proposición no de ley del PP sobre la crisis de Irak, donde se «reconoce y respalda» la gestión del Gobierno del PP, se apoya la elaboración de una nueva resolución de la ONU para «incrementar la presión» sobre el régimen de Sadam. La sorpresa se produjo en la votación de la propuesta de la oposición. Los diputados PP rechazaron, también en votación secreta, la proposición suscrita por toda la oposición reclamando un reforzamiento de las inspecciones de la ONU en Irak y una solución pacífica al conflicto. Además, el PP sumó a sus 183 diputados el de algún parlamentario de la oposición, que posiblemente se equivocó.

La lectura de los resultados por parte de la presidenta de la Cámara, Luisa Fernanda Rudi, fue recibida con vítores y expresiones de júbilo por parte del PP, algunos de cuyos diputados corearon irónicamente el nombre de Felipe González, como supuesto responsable del voto «disidente» de la oposición. La propuesta de los seis grupos de la oposición reclamaba una rectificación al Gobierno y señalaba que «el objetivo del desarme de Irak puede conseguirse de forma pacífica», para lo cual se abogaba por un reforzamiento de las inspecciones de Naciones Unidas.

Ya en los pasillos, el Gobierno expresó su satisfacción y, así, Mariano Rajoy afirmó que «personalmente, no tenía duda de que las cosas iban a ser así», mientras que Rodrigo Rato consideró que «los que propusieron la votación no se daban cuenta de lo que estaban haciendo». Esa evidente satisfacción en las filas del PP llevaron al líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, a mostrar su sorpresa por el hecho de que aplaudieran «con entusiasmo» un voto favorable a un posible ataque a Irak, mientras Felipe González les reprochó su alegría tras votar «una declaración de guerra».