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En este caso, los cargos son algo más leves y se quedan en colaboración con organización terrorista y falsificación en documento mercantil, en concurso con defraudación, por las tarjetas de teléfonos móviles que se usaron en los atentados para que estallaran las bombas.

A partir de ahora, el juez tiene cinco días para perfilar de forma detallada la posible participación de los cinco detenidos en los atentados del 11-M. En sus declaraciones, todos ellos dijeron que no tienen ninguna vinculación con Al Qaeda ni con otras organizaciones terroristas, que no participaron en la masacre de Madrid y que estaban durmiendo en sus domicilios cuando se produjo. Zougam, a quien la investigación considera uno de los autores materiales de la matanza, no levantó la vista del suelo ante las preguntas de Del Olmo y terminó llorando ante el juez. Cuando se le preguntó sobre su relación con 'Abu Dadah', presunto jefe de la célula de Al Qaeda en España, Zougam aseguró que le conoce del barrio, pero que perdieron el contacto cuando éste ingresó en prisión. Cuando terminó de declarar ante el juez, fue conducido a los calabozos, donde ha permanecido rezando durante horas.

Mohamed Chaoui aseguró que se despertó el pasado día 11 a las 9.45 horas, y que su hermanastro estaba en la cama de al lado. Según explicó, no mantienen mucha relación porque son muy diferentes y Jamal es «muy religioso». Mohamed Bekkali contestó al interrogatorio incluso gritando para proclamar su inocencia, y aseguró ante el juez que un compañero de piso le levantó poco antes de las 11.00 para decirle que se había cometido un atentado en Atocha.

La pista que condujo a Zougam y a los otros cuatro detenidos fue una mochila que no llegó a explotar el 11-M. La misma se trasladó a una comisaría de Vallecas sin saber que contenía explosivo. Ya de noche sonó el teléfono móvil que actuaba de detonador, pero sin que llegase a explotar. El rastreo de la tarjeta prepago del teléfono y el propio terminal condujeron hasta los dos ciudadanos indios, que residen en Alcobendas y que presuntamente vendieron trece móviles y sus tarjetas a los tres marroquíes detenidos.