Los edificios más afectados, en los números 38 y 40 de la calle
Carmen Martín Gaite, quedaron sin fachadas y a simple vista se
podía ver el interior de las viviendas, con sus muebles, cortinajes
y resto de enseres.
Mientras nueve dotaciones de los bomberos realizaban labores de
desescombro, los vecinos manifestaban su sensación de asombro y
preocupación ante lo sucedido, más aún cuando no habían tenido
ninguna sospecha de que algo así pudiera pasar por el gran número
de inmigrantes que viven en el barrio.
Algunos de estos vecinos inmigrantes lamentaron lo sucedido y
expresaron su sorpresa por el hecho de que se produzcan atentados
en un país «tan hospitalario como España». En este sentido, Sara,
una chica marroquí de 19 años de edad, que vive en España desde
hace trece, dijo no comprender cómo compatriotas suyos pueden
atentar contra los españoles y confía en que «no se produzca una
reacción violenta contra los emigrantes de este origen».
Anabel Salguero, vecina del número 13 de la calle Irene
Fernández de Leganés, colindante a la que hicieron explotar
terroristas explicó que la policía les desalojó a las 18.45 horas y
que cuando oyó la explosión una hora y media después pensó que se
había quedado «sin casa» pero «con la hipoteca».
«Nadie nos ha dicho nada de realojarnos. Sabemos, por lo que
oíamos en la calle, que les estaban llevando a un hotel que hay
cerca pero nosotros nos fuimos a casa de mis padres y esta noche
también nos quedaremos allí porque además no hay ni gas, ni agua,
ni teléfono».
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