El traje que el modisto Manuel Pertegaz diseñó para la Princesa de
Asturias consistió en un modelo inspirado en línea princesa, con
manga larga y cuello en pico, y de corte continuado desde los
hombros al suelo. De color blanco roto y con cola de 4'5 metros,
fue creado con el rigor y empaque que exige el acto del enlace
real. Por su parte, el Príncipe vistió un traje de Gran Etiqueta
del ejército de Tierra, con guerrera y pantalón de color azul
noche, en el que con hilo dorado, llevaba bordado en el cuello el
emblema del arma de Infantería y en las bocamangas, las divisas
correspondientes a Su empleo de Comandante.
El vestido creado en exclusiva por Manuel Pertegaz para Letizia
Ortiz estaba confeccionado con una tela de la firma valenciana
Rafael Catalá realizado en faya de seda natural con hilos de plata
fina. El traje llevaba manga larga acampanada en el puño, el cuello
«chimenea» bordado y el escote en pico. La parte superior era
ceñido al cuerpo y se deslizaba suavemente a partir del talle,
formando una cola de 4'5 metros. A pesar de que el modelo que lució
la novia resultó aparentemente sencillo, la complejidad del patrón
se basaba en la longitud de la cola y la anchura de la misma, así
como el peso del traje. La cola llevaba un bordado alegórico en el
centro en el que estaban representadas la flor de lis floral, la
heráldica, las espigas de trigo, los tréboles y los madroños que
realzaban todo el conjunto. El escote de vestido acabado en pico y
con cuello «corola» estaba bordado por ambos lados en hilo de plata
y dorado, así como el escote posterior y las manoplas de las
mangas.
El manto nupcial, regalo personal del Príncipe, era de color
blanco roto y de tul de seda natural. Tenía forma triangular y
medía tres metros de largo por dos de ancho en la base. Los
bordados, que se hicieron siguiendo las técnicas históricas del
siglo XIX, representaban la flor de lis y la espiga.
El pañuelo que portaba la novia fue restaurado para la ocasión
por el Patrimonio Nacional y perteneció a la Infanta doña Isabel de
Borbón, la popularísima 'Chata'. Letizia lo eligió como homenaje a
Madrid y a sus ciudadanos más ilustres, la Familia Real Española.
Realizado en horganza de algodón, llevaba bordados a mano de flores
de lis, lirios y espigas que rodeaban las armas del Príncipe de
Asturias. El abanico, de fines del siglo XIX y montado a la
inglesa, tenía varillaje y padrones de madreperla y encaje y estaba
inspirado en los venecianos del siglo XVII. Los zapatos, de alto
tacón, fueron confeccionados con la misma tela del vestido y
especialmente diseñados para la ocasión por Pura López, que también
se encargó de los de la Infanta Cristina y los de su prima Alexia
de Grecia.
El ramo, en cascada, llevaba lirios como emblema de los
Borbones. También rosas, la flor de mayo y la flor de azahar, ésta
última como homenaje a la Condesa de Barcelona y a Doña María de
las Mercedes. También portaba la flor de manzano en homenaje al
Principado de Asturias y atributo de nuestra señora de Atocha. Las
espigas de trigo que también llevaba símbolizan la fecundidad, la
esperanza y la alegría. Los pendientes, reglado los Reyes a
Letizia, consistieron en aretes de platino con seis diamantes talla
Pera de 2'44 Quilates, dos diamantes talla Brillante de 1'22
Quilates y dos diamantes talla Brillante de 4'54 Quilates. La
diadema, una joya de estilo Imperio formada de platino y
brillantes, es propiedad de Su Majestad la Reina, que la lució el
día de su boda. Desde su origen ha estado vinculada a matrimonios
de trascendencia dinástica.
Don Felipe vistió el uniforme del Ejército de Tierra de
comandante, con guerrera y pantalón azules de satina de gorina,
diseñado por el sastre madrileño Cecilio Serna. Asimismo llevaba
camisa blanca y calcetines negros. Confeccionado a mano por ocho
personas, el cuello y las bocamangas estaban bordadas de oro. El
Príncipe llevó el Collar de la Orden del Toisón de Oro siguiendo la
tradición de la Monarquía española que estableció según el Real
Decreto de 3 de mayo de 1981 en el que el Rey concedió a su hijo
esta distinción.
La insignia consiste en un gran collar de oro compuesto de
veintiséis eslabones dobles entrelazados de pedernales, con dos
'bes' mayúsculas antiguas y eslabones que engarzan a otras tantas
piedras esmaltadas en azul y rayos en rojo. Del collar pende el
Toisón o Vellocino, en oro esmaltado y lisado por el centro. El
heredero de la Corona portó también la banda y la placa de la Gran
Cruz del Collar de la Orden de Carlos III, consistente en una banda
de seda de color azul celeste, unida en sus extremos mediante un
rosetón picado de la misma tela y con dos franjas blancas paralelas
stuadas a cuatro milímetros del borde de la cinta.
La Placa de plata abrillantada era de cuatro brazos con ocho
puntas rematadas simétricas dos a dos, en la que en cada entrebrazo
figuraba una flor de lis abrillantada, de oro. Otra de las
condecoraciones que lució el Príncipe fueron las Grandes Cruces del
Mérito Militar, Naval y Aeronáutico que recibiera de su padre al
formar sus años de formación. Las tres se distinguían por un
distintivo blanco. La Cruz del Mérito Militar lleva en el centro un
escudo circular cuartelado y fileteado en oro de 20 mm de diámetro
y en esmalte.
La Cruz del Mérito Naval, en forma de cruz latina, llevaba en su
anverso un ancla centrada sobre los brazos verticales. La del
Mérito Aeronáutico llevaba el emblema del Ejército del Aire, de 33
mm de longitud por 18 mm de alto, en cuyo círculo interior figuraba
un escudo cuartelado y fileteado en oro.
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