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El presidente del Tribunal Constitucional, Manuel Jiménez de Parga, se mostró ayer «indignadísimo» ante ciertas afirmaciones que se están realizando contra la Iglesia y los colegios religiosos, que calificó de «basura» y «canallada» que, dijo, «no estoy dispuesto a tolerar».

Además, expresó su sorpresa porque le califiquen como el «jefe de los conservadores» del Constitucional porque defiende el Estado mientras que a los que defienden a las autonomías les consideren progresistas.

Tras presentar la Memoria del Constitucional correspondiente a 2003, Jiménez de Parga indicó que no se refería a un asunto concreto sino al «clima generalizado» y señaló que esta situación le produce «dolor».

Se mostró muy orgulloso de su formación en el colegio de Los Maristas «y no de esos que están diciendo lo de los colegios religiosos, que es una canallada histórica que no estoy dispuesto a tolerar». Por ello, aseguró que cuando deje de ser presidente del TC «diré todo lo que pienso».

Consideró que cuando una Nación no tiene un Estado adecuadamente vertebrado «no puede funcionar». Recordó que el Estado de las Autonomías que diseñó la Constitución no es unitario ni federal y no contaba con referentes externos lo que provoca que «a veces hemos de inventarnos las soluciones».

Jiménez de Parga, que finaliza su mandato en el TC, dijo que en los nueve años que ha permanecido en el tribunal «he conseguido muchas cosas pero no todas las que hubiera querido».

Consideró sus momentos más satisfactorios aquellos en los que se han protegido los derechos y libertades, como la ocasión en la que ampararon a un ciudadano frente al ruido, y los peores «cuando sospechas que el camino que ha tomado la mayoría afecta a la vertebración del Estado».