Hugo Chávez afirmó ayer, nada más aterrizar en el aeropuerto de
Madrid-Barajas, que el objetivo de su visita a España es «el
relanzamiento de unas relaciones profundas e históricas», que son
las que unen a ambos países. Sus primeras palabras fueron de saludo
«para el pueblo español, al que le cantaba Nicolás Guillén en su
canto 'Cuatro angustias y una esperanza', porque hoy España se ha
convertido en una gran esperanza».
A las 15,15 horas de ayer, Chávez, al frente de la delegación
venezolana y acompañado por el ministro de Asuntos Exteriores,
Miguel Angel Moratinos, hacía su entrada por las escaleras, para
bajar hacia el lugar donde se rinde homenaje a las víctimas del
atentado del 11 de marzo, en el «Espacio de Palabras».
Algo menos de 200 personas, venezolanos y simpatizantes
españoles de Chávez, le esperaban en ese vestíbulo con numerosas
pancartas y los gritos y consignas a favor del presidente
arreciaron a su llegada, al tiempo que algunas de estas personas
comenzaron a cortar el cordón de seguridad.
A duras penas, la comitiva podía llegar al lugar donde se había
extendido un libro para que pudiera dejar sus palabras de
condolencia, siempre seguido por varios equipos de televisiones
venezolanas, lo que provocó la indignación del resto de medios de
comunicación, que no podían acercarse tanto e impedían ver lo que
sucedía.
Como los diferentes cuerpos de seguridad -Policía Nacional,
vigilantes de seguridad de Atocha y los escoltas de Chávez- no
retiraban a esos cámaras venezolanos, el resto de periodistas se
saltó también el cordón de seguridad. A partir de ese momento,
mientras continuaban los gritos a favor del presidente, de América
Latina y en contra de la política norteamericana, los empujones y
caídas se sucedieron.
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