El juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón afirma que los dos
detenidos el martes en Madrid, Khalid Zeimi Pardo y Mohamed El
Ouazzani, formaban parte de una célula que tomó la decisión de
atentar en España porque, al entrar en la guerra de Irak, «se había
convertido en enemiga del Islam».
Mientras, el presunto cerebro de los atentados, Rabei Osman El
Sayed, alias «Mohamed, el Egipcio», proclamó ante el juez Juan del
Olmo su inocencia y mostró una actitud colaboradora al facilitar
una muestra de saliva para cotejarla con las muestras de ADN no
identificadas localizadas en los lugares relacionados con el 11-M.
Tras tomar declaración ayer a los cinco detenidos en Madrid,
Vitoria y Alcañiz (Teruel) en el marco de la «Operación Nova»
contra el terrorismo islamista, Garzón decretó el ingreso en
prisión por integración en organización terrorista de Zeimi Pardo,
El Ouazzani, Abdelkader Lebik y Brahim Ammam, y dejó en libertad al
argelino Abdallah Ibn Moutalib Kaddouri.
Según el auto, el marroquí El Ouazzani y el español de origen
marroquí Zeimi Pardo fueron sorprendidos en septiembre cerca de la
central nuclear de Guadalajara con una máquina de fotos y en
circunstancias «no lo suficientemente aclaradas».
El juez sostiene que Zeimi se incorporó en febrero de 2003 a la
célula islamista formada en Madrid a finales de 2002 y que estaba
íntimamente relacionada con Amer El Azizi, buscado por los
atentados del 11-S; con «Mohamed El Egipcio», presunto «cerebro»
del 11-M; y con Serhane Ben Abdelmajid, «El Tunecino», uno de los
autores de la masacre.
Según Garzón, El Ouazzani también acudía, junto con Basel
Ghalyoun, en prisión acusado de ser uno de los autores materiales
del 11-M; y con Samir Ben Abdellah, el imán de Alcorcón detenido en
noviembre, a las reuniones del grupo terrorista.
El auto señala que «las razones que argumentaban para defender
la Yihad eran que los musulmanes eran perseguidos por los
incrédulos, principalmente de Inglaterra, EE UU y España, por lo
que tenían que hacerles sufrir mediante bombas, inmolándose o de
cualquier forma que les hiciera daño».
«El Egipcio» también realizó a petición del juez una prueba de
escritura tanto en árabe como en inglés, para cotejar su letra con
la hallada en algunos manuscritos encontrados en la finca de la
localidad madrileña de Chinchón, en la que se prepararon las
bombas; en los vehículos utilizados por los autores de los
atentados; o en el piso de Leganés, donde se suicidaron siete
terroristas.
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