Ibarretxe precisó que, una vez desarrolladas las negociaciones, se ratificará, por parte de la ciudadanía, bien el consenso que surja de las conversaciones o, en su caso, el propio proyecto aprobado. El lehendakari aseguró que ha solicitado ya al presidente del Gobierno central «la apertura de un proceso de negociación política, abierto y flexible».
«Un proceso de negociación que culminará en una consulta democrática a la sociedad vasca» para ratificar, «en ausencia de violencia», el acuerdo alcanzado. El presidente del Gobierno autónomo advirtió de que no será él «quien ponga en duda la legitimidad de los apoyos recibidos» por parte de SA (Batasuna) a su propuesta, porque «tampoco lo hubiera hecho si hubieran votado con PP y PSOE para impedir» la aprobación de su plan.
Arremetió contra quienes ahora «cuestionan la legitimidad de los votos de Batasuna en el parlamento», cuando «jamás han dicho palabra alguna cuando PP, PSOE y Batasuna han votado en múltiples ocasiones conjuntamente contra el Gobierno». «La última -recordó- el pasado martes, con ocasión de los Presupuestos».
Las reacciones a la aprobación del Plan Ibarretxe en el Parlamento vasco se sucedieron este fin de año. El PSOE y el PP insistieron en su frontal rechazo al plan, aunque los socialistas prefieren agotar el debate político antes de recurrir al Tribunal Constitucional. El ministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla, emplazó al lehendakari a explicar «cómo va a llevar adelante un proyecto de ruptura de Euskadi con España y con Europa, y que no va a ser aprobado por el Parlamento español».
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