«Quiero que sepas con seguridad que yo no dejé a mis hijos por
capricho mío sino por una decisión de Dios, todo poderoso», afirma
Kounjaa, quien también tiene palabras para sus suegros a los que
les llega a decir que ha «dejado esta vida por que no es valiosa» y
que está «contento con este camino».
Las misivas se recogen en el auto hecho público por el juez de
la Audiencia Nacional Juan del Olmo por el que se levanta el
secreto sobre diversos informes técnicos, periciales y de la
Policía Científica en los que se analizan los cientos de pruebas
materiales recogidos en los distintos escenarios en los que se
planearon o ejecutaron los atentados del 11-M.
En concreto, el auto indica que las cartas, tres cuartillas
cuadriculadas escritas en árabe y traducidas al castellano por la
Unidad Central de Información Exterior, constituyen un «testamento
o cartas de despedida de Kounjaa, dirigidas a su esposa e hijos,
«con referencias a la Yihad, el martirio por el camino de Dios, a
los infieles, a los muyahidines, a la muerte, a Occidente,
etc.».
En la primera de esas hojas se recoge un escrito dirigido a su
mujer en el que Kounjaa le dice que ya no le hace falta «pensar en
venir a España « y le pide que no se «apene» por él.
Además les solicita que «si honráis a vuestra hija y a sus hijos
no las dejéis que emigre a los países infieles donde no se sabe la
ubicación del bien».
Esta primera misiva finaliza con unas líneas dedicadas a sus
hijos en los que además de animarles a convertirse en muyahidines,
les dice que su padre «tenía moral», que «la religión ha venido con
sangre y con (los cuerpos) troceados», al tiempo que les solicita
que no hagan «de esta vida terrenal vuestra única preocupación ya
que hay un más allá».
En la segunda de las cuartillas, Kounjaa asegura que no soporta
«vivir en esta vida como una personas débil y humillada bajo la
mirada de los infieles y tiranos» y pide a sus «hermanos» que
«eduquéis bien a vuestros hijos y que les enseñéis la lectura del
Corán y la Sunna del profeta con el deseo que se conviertan en
sabios y muyahidínes».
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