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Varios diputados de ERC declinaron ayer levantarse cuando el Pleno del Congreso guardaba un minuto de silencio en memoria de Juan Pablo II por considerar que «una cosa es el respeto y otra la reverencia», según comentó uno de los parlamentarios que rehusaron a ponerse en pie, Agustí Cerdá.

En el Senado, el presidente de la Cámara Alta, Javier Rojo, también explicó a los senadores el acuerdo en igual sentido alcanzado también por la Junta de Portavoces y los senadores, puestos en pie, guardaron silencio durante un minuto.

En este sentido, Esquerra Republicana considera que Juan Pablo II era el jefe de Estado del Vaticano y como tal merece «un respeto», pero estiman que no debe llegarse hasta el punto de rendirle pleitesía.

En cualquier caso, ERC entiende que se ha actuado con coherencia, ya que, dos de los diputados de esta formación que son creyentes se pusieron en pie cuando se guardó el minuto de silencio en la Cámara Baja, como es el caso de Joan Puig, miembro de la comisión del 11-M.

En la misma línea se pronunció el portavoz de ICV, Joan Herrera, quien comentó que el «respeto» que merecía la figura del Papa se refleja en el minuto de silencio acordado por unanimidad en la Junta de Portavoces, pero cree que ponerse de pie podría resultar ya «casi veneración».

Montserrat Colldeforns, una de las diputadas del PSC que declinó levantarse, indicó que prefirió esa actitud desde una convicción personal, dejando claro que el minuto de silencio ya era una muestra de respeto a la figura de Juan Pablo II. «Pero me pregunto si haremos lo mismo si muere otro jefe de Estado».

Durante el día, centenares de personas volvieron a acudir a la Nunciatura para firmar en el libro de condolencias, al tiempo que eran testigos del desfile de personalidades que se acercaban a esta sede con igual propósito.

Así y junto a los embajadores de Paraguay, Bolivia, Croacia, Australia, los presidentes del Congreso, Manuel Marín, y del Senado, Javier Rojo, acudió también el Defensor del Pueblo, Enrique Múgica, quien declaró que siempre encontrará en Karol Wojtyla «un magisterio indudable y fundamental como defensor de los derechos humanos».