La inflación ha finalizado 2005 con una subida anual del 3,7 por
ciento, la más alta registrada desde 2002, tras un incremento en el
Indice de Precios de Consumo (IPC) del 0,2% en diciembre, según los
datos difundidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Pese a esta elevada tasa, el Gobierno descartó que haya problemas
de carácter estructural en la composición de los precios, así como
que el encarecimiento del crudo -principal responsable de la alta
inflación junto con los alimentos frescos- esté trasladándose a
otros precios y salarios, lo que se conoce como «efectos de segunda
ronda».
De no haber sido por el aceite, cuyos precios subieron el 24,5% en
2005, la inflación subyacente se habría quedado en el 2,7%. Vegara
auguró un descenso de los precios a partir del primer trimestre de
este año, siempre que la cotización del petróleo se mantenga
estable, y señaló que un objetivo del 2,5 por ciento para finales
de 2006 es «perfectamente alcanzable», lo que supondría una
reducción del diferencial de inflación con la zona euro, que se
situó en 1,5 puntos.
Así lo apuntó el secretario de Estado de Economía, David Vegara,
quien por otra parte explicó que la inflación subyacente -que
excluye los precios de la energía y los alimentos frescos- ha
crecido el 2,9 por ciento debido a «factores exógenos», entre los
que destacó la mala cosecha del aceite y la subida del tabaco.
La incidencia que el alza del petróleo y la sequía han tenido en
la inflación se aprecia en el incremento anual del precio de
carburantes y combustibles que fue del 9,9 por ciento, y del 5,2
por ciento en los alimentos frescos.
Además, el alza de carburantes hizo que el grupo más
inflacionista fuese el transporte, con una subida del 6,2 por
ciento, seguido de la vivienda (6%), bebidas alcohólicas y tabaco
(5,1%) y hoteles, cafés y restaurantes (4,3%), mientras que sólo se
abarataron las comunicaciones (1,7%).
Frente al análisis del Gobierno, el PP consideró que la subida
del IPC de 2005 «perjudica a todo el mundo», muestra «el fracaso
político» del Ejecutivo y tendrá consecuencias «muy negativas» en
las cláusulas automáticas de revisión salarial. CCOO criticó que
achacar la mayor inflación al petróleo es «una excusa» que debería
dejar de utilizarse para «encubrir un problema estructural» en la
economía: la «ausencia de cultura en la estabilidad de precios».
UGT incidió en la misma cuestión, mientras que la CEOE alertó de
una espiral inflacionista.
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