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El portavoz del grupo parlamentario socialista en el Congreso de los Diputados, Diego López Garrido, subrayó que la reforma de la Constitución para eliminar la preferencia del varón al trono ya está planteada y que sólo falta que el PP la acepte, ya que «la pelota la tienen ellos en el tejado». Por su parte, el presidente del PP, Mariano Rajoy, aseguró que es partidario de reformar la Constitución en este ámbito aunque cree «demasiado próximo» el fin de la legislatura para acometer cambios, en el que está «abierto a sugerencias». El coordinador ejecutivo de Política Institucional de Izquierda Unida (IU), Félix Taberna, cree que el Gobierno no impulsa la reforma de la Carta Magna por el «miedo» a abrir un debate «sobre monarquía y republicanismo».

En rueda de prensa en la Cámara Baja, López Garrido recalcó que la propuesta del Ejecutivo para modificar la Carta Magna es «conjunta y completa» y que «no hay ninguna razón para que no siga así». En este sentido, insistió en que ha sido el Gobierno socialista el que ha dado «los pasos» necesarios para acometer la reforma de la Constitución en cumplimiento de su programa electoral, y que ahora el que tiene que «aceptarlo es el PP». Además, aseguró que su grupo aún no ha perdido «la esperanza» de llevarla a cabo esta Legislatura, por lo menos la primera fase, que situó al final del mandato de José Luis Rodríguez Zapatero dado que acarrearía una disolución de las Cortes Generales.

En este contexto, Mariano Rajoy hizo hincapié en que los populares están a favor de la igualdad del hombre y la mujer, también en lo que concierne a la sucesión de la Corona, y añadió que tiene «absoluta proclividad a dialogar, avanzar y acordar» las reformas que resulten necesarias. Sin embargo, recalcó que cree que el fin de la legislatura está «demasiado próximo» para acometer este cambio por lo que apostó por encontrar el momento «más oportuno» para realizarlo.

En referencia a la necesidad de esta reforma, López Garrido manifestó que el hecho de que los Príncipes de Asturias vayan a tener su segundo hijo «no tiene que acelerar en absoluto la reforma, porque el futuro nacimiento no tiene consecuencias jurídicas» que obliguen a ello.