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El módulo D del aparcamiento del aeropuerto de Barajas está derrumbado en gran parte, con unas plantas caídas sobre otras y sin pared frontal ni techo, y rodeado de una densa humareda y de infinitos trozos de cristales que estallaron con la explosión. Tres de las cuatro plantas cayeron como un acordeón una sobre la otra.

Según Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA), una señal de tal normalidad está en que el 60% de los vuelos programados para ayer en la T4 se realizaron. AENA ha pedido que no se utilice el transporte privado para ir al aeropuerto.

Mientras, la situación de «normalidad» volvía a respirarse anoche tras el atentado de ETA, que obligó a suspender hasta las 13.00 horas las operaciones en la terminal 4 e hizo cundir la confusión entre los viajeros y provocó interminables atascos en las vías de acceso.

Los vuelos cancelados o retrasados, los miles de pasajeros que fueron evacuados a las pistas en el momento de la explosión, el aparatoso traslado de viajeros afectados entre terminales o hasta Madrid, el reparto de mantas y bebidas entre los atrapados en el aeropuerto, y el caos también de equipajes, fueron situaciones vividas ayer en Barajas. Voluntarios de Cruz Roja repartían mantas y bebidas calientes entre centenares de personas.