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Un instructor de la investigación del 11-M admitió hoy que «la gran faena es que siempre fuimos un paso por detrás» de los autores del 11-M, como el suicida Serhane Ben Abdelmajid, «El Tunecino», lo que impidió que la Policía conociera con antelación su intención de atentar en Madrid. Así lo expuso en la undécima jornada del juicio, este inspector de la Unidad Central de Información Exterior (UCIE) de la Policía, al reconocer que «El Tunecino», del que dijo que era «un islamista de nivel», era una persona «digna de consideración» por sus ideas extremistas, por lo que lamentó haber estado «siempre» un «paso por detrás de ellos» y de lo que planeaban Abedelmajid y sus «acólitos».

Este inspector, tercer testigo que comparece en el juicio y que, al igual que los otros dos policías que ya han testificado, lo hizo amparado por el sistema de protección de testigos que le impide ser identificado, relató también que otro de los suicidas, Jamal Ahmidan, «El Chino», justificó ante su familia su participación en el 11-M argumentando que en países como Irak y Palestina morían 200 personas cada día y a nadie le importaba. Esas fueron las palabras de «El Chino» cuando su hermano mayor le recriminó haber asesinado a doscientas personas en un país que le había acogido, según confesó voluntariamente ante la Policía su hermano menor, Youssef Ahmidan.

Explicó que antes de los atentados ya tenían conocimiento de las «ideas extremistas» de «El Tunecino» en el marco de las investigaciones que se estaban realizando sobre islamistas. De hecho, aseguró, que «hay personas que salvaron su vida por el miedo que les causaba», y señaló que el acusado como presunto autor material del 11-M Basel Ghalyoun fue insultado por él y «llamado cobarde» en una de las reuniones que supuestamente mantuvieron algunos de los responsables de la masacre en el río Alberche.