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Un comisario de la Unidad Central de Información (UCI) que participó en la investigación sobre el origen de los explosivos utilizados el 11-M aseguró ayer ante el tribunal que sobre las 15.00 horas de aquel fatídico jueves ya se tenían «sospechas bastante firmes» de que la autoría de la matanza correspondía a grupos vinculados con el terrorismo islámico.

El comisario, especializado en la lucha contra el terrorismo de ETA, explicó también que no dispone de ningún informe que apunte a que la banda terrorista vasca mantenga «contacto» con otros grupos terroristas, ya que los etarras mantienen una estructura «bastante hermética». El comisario, que colaboró en el interrogatorio efectuado el 17 de marzo de 2004 al acusado José Emilio Suárez Trashorras, indicó ante el tribunal que el ex minero «nunca les habló de explosivos», pero que sí reconoció que había llevado a «unos amigos moros» a las instalaciones de Mina Conchita.

Además, el agente afirmó que, pese a que el ministro del Interior de entonces, Àngel Acebes, habló de las 'dos líneas de investigación' el viernes 12 de marzo, él nunca recibió órdenes desde el Ministerio de orientar la investigación hacia ETA.

Especificó que Trashorras les contó que se dedicaba al tráfico de hachís y conocía a unos «moros» radicales que le vendían esa sustancia y tenía la sensación de que podían estar relacionados con los atentados. Así, durante ese interrogatorio relató que los árabes habían viajado a finales de febrero a Avilés, visita durante la cual les llevó a Mina Conchita. «Pensamos que con la locuacidad que da el alcohol, les enseñó la explotaciones mineras y que los árabes podían haber recabado datos y después haberse llevado la dinamita», indicó el miembro de la UCI.