Yo estuve allí. No sé si en ese mismo camino, donde se produjo la explosión de la mina, o por otro. Pero por ahí debi de andar. Recientemente. En febrero, poco antes de que se fueran los legionarios y sus lugares en la base española del Sur del Líbano, así como las misiones que realizaban aquellos, fueran ocupadas, y llevadas a cabo, por los paracaidistas.
Le entiendo. Dice eso porque el enemigo puede estar en cualquier sitio. Arriba, a ambos lados, abajo... pues es un enemigo casi siempre invisible, de ahí que tengas que ir con cuidado. Por eso, a nada que hayas echado un vistazo a tu alrededor desde la torreta, haz caso al sargento: métete en el interior del carro. Lo que pase fuera no es cosa tuya. ¿O sí...? Porque si no es cosa tuya ¿por qué has viajado hasta ahí y has pedido que te metan ahí dentro...?
Y también patrullé en la tanqueta de color blanco por aquellos andurriales de los alrededores de la Línea Azul, la frontera entre Líbano, Israel y las tierras sirias ocupadas por éste. La calma era ¿como se lo diría...? Cuando vas a países que está en guerra, o que la han terminado recientemente, o que están a punto de iniciarla, y que te encuentras con que la calma reina por doquier, pero que tienens la sensación de que por encima de tu cabeza está revoloteando una ensalada de palos que te pueden caer encima cuando menos te lo esperes... Pues ésa era la calma que me encontré. No pasa nada, pero puede pasar. ¡En cualquier momento! Cuando menos te lo esperes. Porque para colmo, que los bandos estén definidos no significa que estén controlados, lo cual te obliga a estar con más ojo avizor si cabe. ¿Qué hago?, pregunto al sargento cuando deja de habla por el pinganillo. Póngase el chaleco antibalas y el casco, y si puede vaya más dentro del carro que asomando la cabeza.
Claro que -te planteas una vez que has sentado en el interior del blindado- si el enemigo está sobre el suelo, camuflado, en forma de mina, y lo pisas, te va a dar lo mismo estar ahí que arriba. Y si no, mira lo que sucedió ayer, más o menos por los mismos andurriales donde anduve yo. ¿Que qué pienso? Pues lo mismo que tú, pero yo lo voy a decir y tú a lo mejor te lo callas: Que lo mejor de todo sería dejarlos solos, que se las apañen ellos; que cuando se les terminen las balas, y no les suministren más, seguro que ponen fin al conflicto.
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