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El veterano diputado del PP Gabriel Cisneros, vicepresidente tercero de la Mesa del Congreso y uno de los denominados 'padres de la Constitución' de 1978, falleció ayer en Murcia tras una larga y grave enfermedad que, a sus 66 años, no le impidió mantener su actividad en la Cámara Baja, donde formaba parte también de la Comisión Constitucional. Representantes políticos de todos los colores lamentaron la muerte de Cisneros, mientras en el Congreso de los Diputados se instalaba la capilla ardiente con los restos mortales del parlamentario y la bandera ondeaba a media asta.

El Consejo de Ministros condecoró al diputado con la Gran Cruz de Carlos III y el presidente del Senado, Javier Rojo, anunció que le propondrá para la medalla de oro de la Cámara Alta.

Los Reyes alabaron la «capacidad de diálogo» y la «búsqueda de la concordia», como rasgos de la personalidad política de Cisneros.
José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno: afirmó que el diputado del PP «ha contribuido de manera destacada a la tarea de construcción de todo el período democrático» y aseguró que quienes han compartido con Cisneros las tareas parlamentarias «siempre retendrán en su memoria su cercana dimensión humana, su firmeza en la defensa de sus valores, su pasión y su rigor por el desempeño de sus funciones».

Mariano Rajoy, líder del PP: destacó que «la Constitución sigue ahí, por lo que Cisneros sigue con nosotros» y que el diputado «era ante todo un ser humano primera, pero ha sido también un extraordinario político», añadió.

Manuel Marín, presidente del Congreso de los Diputados: ensalzó la figura de Gabriel Cisneros, que tenía «sobre todo una gran virtud, siempre fue muy respetuoso con el adversario» y recordó que fue «junto con otros, quienes creyeron que desde dentro también era posible trabajar para traer a nuestro país la libertad y la democracia».