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ETA asesinó ayer de varios disparos en Azpeitia (Guipúzcoa) a Ignacio Uría Mendizábal, consejero de la empresa constructora Altuna y Uría, ocho años después de que la banda terrorista acabara con la vida del presidente de la patronal guipuzcoana José María Korta, en agosto de 2000. El asesinato de Uría, consejero de una de las empresas adjudicatarias de las obras de la «Y» ferroviaria vasca, uno de los objetivos prioritarios de la banda terrorista, se perpetró además quince días después de la caída en Francia del 'número uno' de ETA, Garikoitz Azpiazu, 'Txeroki'.

El atentado, el cuarto mortal desde enero, se produjo minutos después de la una de la tarde, cuando el empresario se dirigía al restaurante Kiruri, cercano a su casa y al que acudía cada mediodía. Uría, de 71 años, recibió dos disparos, uno en la cabeza y otro en el pecho, realizados por un terrorista que se acercó de frente al empresario, mientras un segundo etarra esperaba en un coche en el que después han huido.

Los sanitarios que acudieron al lugar del atentado trataron de reanimar al empresario durante casi cuarenta minutos, pero no pudieron salvar su vida ante la gravedad de las heridas. Según fuentes de la lucha antiterrorista, los terroristas habían robado el coche poco antes en el alto de Itziar, a unos 25 kilómetros de Azpeitia, dejando a su conductor maniatado.

Tras tirotear a Ignacio Uría, los asesinos regresaron al alto de Itziar, lugar en el que quemaron el coche para borrar todas las huellas o cualquier indicio que pudiera aportar datos sobre los autores. Tras calcinar el turismo, los dos terroristas abandonaron el lugar a bordo de un primer vehículo que habían dejado aparcado en este punto.

El conductor del coche empleado en el atentado, que se encuentra en buen estado de salud, logró quitarse las ataduras y avisar a su madre, que denunció los hechos a la Ertzaintza. La «Y» ferroviaria vasca, que unirá por alta velocidad las tres capitales vascas, lleva años en la diana de ETA, que ha atentado en repetidas ocasiones contra las constructoras adjudicatarias de las obras, entre ellas, la propia Altuna y Uría, que sufrió un sabotaje en marzo del año pasado.

Buena prueba es que en uno de sus últimos comunicados, el pasado 16 de agosto, la banda terrorista calificaba al Tren de Alta Velocidad de un proyecto «ajeno a los intereses de Euskal Herria». En ese comunicado, ETA acusaba al PNV y a sus «acólitos» de querer prorrogar sus ganancias a costa de «enterrar en cemento» el territorio por el que pasará la infraestructura ferroviaria, empleando un argumento muy similar al utilizado en su día contra la inconclusa central nuclear de Lemóniz, la presa de Itoiz o la autovía de Leizarán.

En las últimas operaciones contra la banda y sus grupos de apoyo, las Fuerzas de Seguridad del Estado siempre han encontrado documentación e información detallada sobre las obras, así como panfletos contra el proyecto ferroviario. Asimismo, la dirección de ETA había ordenado al 'comando Vizcaya', desarticulado por la Guardia Civil el pasado mes de julio, atentar contra empresas relacionadas con el Tren de Alta Velocidad.