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EFE/OTR/R.N.

El Gobierno lanzó ayer un mensaje no dado hasta el momento en referencia a las reformas estructurales del mercado de trabajo. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, reconoció por primera vez, aunque se advierta tarde, que la reforma del mercado laboral es necesaria. Pero el ejercicio del presidente llegó después de afirma que «la recuperación se ha iniciado ya» aunque «no sabemos con qué fuerza...». Zapatero pasó así al segundo escalón de forma que la prioridad del Ejecutivo será a partir de ahora renovar el modelo productivo.

El calado de esta reforma, discutida y fracasada en el diálogo social a tres bandas entre Gobierno, sindicatos y patronal, lo calibró la vicepresidenta económica, Elena Salgado, quien poco después de las cesiones del presidente del Gobierno justificó la necesidad de abordar una reforma para flexibilizar el mercado laboral, explicando que el ajuste del sector inmobiliario se traducirá en 900.000 empleos menos y que además es necesario reducir la contratación temporal.

«Tenemos un problema de flexibilidad», confesó Salgado, y a la vez detalló que piensa en fórmulas germanas que flexibilicen las normas laborales para «reasignar estos trabajadores hacia otros sectores, encontrar nuevas oportunidades de empleo y nuevos tipos de contrato». El objetivo es un empleo más estable. «El ajuste se hace en número de empleos y no en horas de trabajo». En definitiva, Salgado apuesta por la solución alemana de reducir salarios y jornada laboral.

En una clara alusión a la reanudación del diálogo social, encallado desde antes del verano, Salgado explicó que «el objetivo es reformar la negociación colectiva para dar margen de maniobra a las empresas para que ajusten su tiempo de trabajo y sus salarios para adaptarse a las exigencias del ciclo económico en su actividad concreta».