Según estas directrices, que proceden de la propia banda terrorista, cada semana se desarrollarán actos distintos y diferenciados con los que se pretende acaparar la atención dentro y fuera de los centros penitenciarios.
Así, la primera fase, que se iniciaría mañana mismo, consistiría en una avalancha burocrática de comunicaciones y escritos en los que los presos deben trasladar su malestar a distintos destinatarios, como directores de prisiones, el juez de vigilancia penitenciaria, la directora general de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, o incluso el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba.
Esta hoja de ruta contempla para la segunda semana uno de los métodos de presión habituales en los presos de la banda, como son los encierros en sus respectivas celdas, una protesta que en el ámbito penitenciario se conoce con el nombre de 'chapeos'. Asimismo, durante la tercera semana, los presos etarras protestarán renunciando a su derecho de comunicarse telefónicamente con el exterior.
Por el momento es la cuarta semana de reivindicaciones la que ofrece más dudas, tanto por el seguimiento que se espera como por el fondo de la protesta prevista. En concreto es la que afecta a uno de los puntos más sensibles dentro de este denominado «periodo de lucha»: el ayuno de los presos.
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