En la misiva, Zapatero recuerda el momento en que el diputado de la Chunta Aragonesista dejó el Congreso de los Diputados: «Te agradecí tu labor y tu entrega sincera, estaba dándote las gracias por algo que difícilmente puede explicarse si no es desde el silencio de la admiración verdadera».
El presidente del Gobierno define a Labordeta como un maestro: «Alguien que regalaba su experiencia, que venía a unirse a los que empezábamos a ir, y que lo hacía sin merma alguna de su ilusión y fe en las propias creencias, sino al contrario».
«Así te he visto desde entonces, así te he visto en el hemiciclo, distinguiéndote con tu franqueza, con tu pasión, con tus convicciones indeclinables, tozudo y bondadoso», señala en la carta.
Rodríguez Zapatero muestra su alegría por los reconocimientos «en vida» de su labor, ya que recibió la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, en 2009, y hace unos días la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X «El Sabio».
«Las razones están en tales méritos y en la obligación de ser agradecidos, de reconocer cuánto ha ayudado José Antonio Labordeta a lograr la convivencia madura y pacífica de un país que él recorrió como un peregrino, llenando su mochila de mil y una historias anónimas a las que les daba casa y voz, 'atravesando el tiempo'».
El presidente del Gobierno concluye recordando varias estrofas del pregón del cantautor aragonés en las fiesta patronales de Zaragoza del año pasado y citando uno de sus poemas.
«Por ti, por tantos como tú, amigo mío. Como en uno de tus últimos poemas: ... y una lágrima / por lo que nunca fue / aunque jamás perdida la esperanza. Que la tierra te sea ligera».
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