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España, Colombia, Bélgica, Moldavia, Noruega y Portugal, firmantes de la Convención contra las Bombas de Racimo, han destruido en tres meses 176.000 bombas que contenían 13,8 millones de pequeños explosivos, según un informe de Human Rights Watch (HRW) presentado ayer en Bangkok.

Las bombas de racimo contienen en su interior cientos e incluso miles de mini-bombas que pueden matar en un radio de 15 metros y se mantienen activas durante más de 40 años, por lo que son altamente peligrosas para la población civil.

Alemania (550.000 bombas de racimo armadas con 50 millones de mini-bombas) y el Reino Unido (190.000 bombas de racimo con 38 millones de pequeños explosivos) ya han comenzado a destruir sus arsenales.

La Convención, que entró en vigor el 1 de agosto, permite a los países firmantes conservar bombas de racimo que no excedan las 20.000 mini-bombas para investigación y entrenamiento, excepción a la que se han acogido Bélgica, Francia y España.

Más de un centenar de países firmaron en 2008 el tratado internacional, que ya han ratificado 38 naciones, mientras que los principales productores -Estados Unidos, China, Rusia, Israel, India y Pakistán- no se han unido al acuerdo.