Los efectos del cambio de hora se notarán sobre todo en el sueño. | Efe

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El cambio al horario de verano afecta más a los ancianos, a los niños y a las personas que se acuestan más tarde y no suelen madrugar. Así lo ha asegurado el director del laboratorio de Cronobiología de la Universidad de Murcia, Juan Antonio Madrid, para quien este cambio «claro que influye» en las personas, aunque hay que «relativizar» su impacto, porque es como un «pequeño jet lag».

Los efectos del cambio horario en el cuerpo se notarán sobre todo en el sueño, por lo que los especialistas recomiendan evitar la siesta y evitar la cafeína y las bebidas alcohólicas.

Durante los tres o cuatro primeros días del nuevo horario estival podrá ser habitual la sensación de cansancio y habrá más dificultad para irse a la cama como consecuencia de la alteración del reloj biológico. Una sensación de malestar general, cansancio, cambios en el estado de ánimo y trastornos digestivos son los principales efectos del cambio horario de primavera en la salud.

No obstante, existe «gran variabilidad» en la capacidad de las personas a estos cambios y «en buena medida» se debe al carácter matutino o vespertino de las personas.

Inercia de sueño

Los madrugadores serán los que mejor se adapten a dormir una hora menos, ya que «no tienen tanta inercia de sueño» y se «activan antes».

«Les afecta muy mal a los vespertinos, se les quita una hora más para dormir», ha indicado el doctor Madrid. Este cambio afectará también de forma especial a los niños, sobre todo a los menores de cinco años, y a los ancianos.

En el caso de las personas mayores se debe a que suelen tener ya «una cierta alteración del ciclo sueño/vigilia» y no tienen sincronizadores sociales como ir al trabajo.

En cuanto a los niños, durante cuatro días tendrán menor capacidad de aprendizaje y estarán más irritables (sobre todo los lactantes), ya que su sistema hormonal es inmaduro.