Este domingo se conmemora el Día Mundial contra la Lepra, una enfermedad a la que presta especial atención la asociación sin ánimo de lucro Fontilles, de la que Gómez forma parte como responsable médico de esta patología, y que se creó en el marco del proceso de construcción de este sanatorio ubicado en Vall de Laguar (Alicante).
Según datos de la asociación, en 2012 en España se notificaron nueve casos de lepra, en su mayoría importados, aunque también hay algunos autóctonos, como Andalucía, Galicia y Levante.
Ese mismo año, en lo que respecta a la prevalencia de la enfermedad, había 56 casos registrados frente a los 72 de 2011.
Estas cifras, según la asociación, viene a constatar que, pese a ser una enfermedad erradicada en los países desarrollados, se siguen registrando casos en el primer mundo, posiblemente por fenómenos, como la globalización o el incremento del turismo y los viajes, muchos de ellos a países castigados por esta patología.
La fuente de contagio de la lepra es «el enfermo no tratado», el que cuando habla, tose o estornuda elimina el germen al ambiente, aunque la mayoría de personas, que cuenta con un buen sistema defensivo, lo rechaza. «Sólo un pequeño grupo parece estar predispuesto a padecer la enfermedad», según Gómez.
Pero tras el contagio, la enfermedad puede tardar en manifestarse «a veces años» y lo hace con una especie de manchas blancas en la piel, en las que el individuo «no siente ni frío, ni calor».
Son los primeros síntomas porque luego llegan otros si la enfermedad no se trata. Más manchas, bultos y luego «el gran problema», cuando afecta a los nervios, los responsables de recoger la sensibilidad y movilidad de manos pies, antebrazos o la cara.
«Cuando el germen daña al nervio a veces aparece una parálisis y con ella se va a quedar toda la vida. Ahí está el problema», comenta el doctor.
Pero en lo que hay que insistir es que esta enfermedad causada por un bacilo descubierto en 1873 «tiene cura» con un tratamiento, la poliquimioterapia, que consiste en la combinación de tres fármacos: dapsona, rifampicina y clofazimina.
La aplicación de las tres sustancias cura al paciente en un periodo que oscila entre los seis y los doce meses, según la gravedad, y acabado el tratamiento normalmente no suele reaparecer la enfermedad.
No obstante, a pesar de que existe un tratamiento efectivo, los afectados y sus familias siguen padeciendo el rechazo y se ven marginados en su entorno.
Precisamente, uno de mitos que perpetúan el estigma de la lepra es que se piensa que ésta no tiene tratamiento, que quien enferma se muere de lepra, «cosa que es falsa».
Otra de las «etiquetas» de la enfermedad es la creencia de que es «muy contagiosa, lo que no sucede, porque hay que tener predisposición a ella».
«La población tiene algunos conceptos erróneos -dice Gómez-. Piensa por ejemplo que la lepra no existe actualmente, que es una cosa antigua, de los tiempos de la Biblia, de las películas de Ben-Hur. Y en muchos países es un problema que supone importantes problemas de salud pública».
Las últimas estadísticas oficiales disponibles, correspondientes al año 2012, apuntan a que 115 países notificaron a la OMS 232.857 nuevos casos de lepra, una cifra que suponen un ligero incremento respecto a la de 2011, en que se notificaron 226.626.
De los 115 países que las notificaron, dieciséis continúan contabilizando más de mil casos nuevos cada año y acumulan el 95 % de lepra en el mundo.
Encabezan la lista de países más endémicos, India con un 58 % de los nuevos casos, seguido de Brasil (14 %), Indonesia (8 %). Detrás de ellos están Bangladesh, República Democrática del Congo, Myanmar, Nepal, y Nigeria.
Fontilles, a través de la campaña «Niños con lepra en el siglo XXI. Tu ayuda es VIDA», dedica este Día Mundial a los niños que padecen esta enfermedad en India.
La asociación pide la colaboración de todas las personas para eliminar de nuestro lenguaje el uso del término «leproso» y «lepra» como sinónimos de algo negativo y maldito.
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