El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, está pasando unos días en Ibiza junto a su mujer y sus hijas. | Es Vedrà

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No se pueden adelantar acontecimientos porque en la cúpula del PSIB saben que hay «muchas presiones» para que Pedro Sánchez permita la investidura de Mariano Rajoy la semana que viene. Pero los principales dirigentes socialistas baleares han podido hablar con Pedro Sánchez en sus vacaciones ibicencas, «mucho más saludables que las caminatas que se pega Mariano en Galicia» y tienen «muy claro, salvo un terremoto de última hora» que Rajoy no saldrá investido. De hecho, por ejemplo el diputado Pere Joan Pons afirma que «ahora es mucho más evidente que hace un mes».

Lo que no esconde nadie son las presiones que recibe Sánchez desde dentro de su propio partido, sobre todo por parte de los socialistas andaluces (y no todos, solamente los más postrados ante Susana Díaz). Pero de la misma manera, los socialistas baleares tienen fe en Sánchez después de haberle visto en buena forma y «con los objetivos nítidos» bajo el sol pitiuso. Piensan que Rajoy se tendrá que tragar el sapo de la derrota y la humillación en las dos próximas votaciones.

Cabe la posibilidad de que media docena de andaluces se abstengan, pero «lo malo de estas maneras destempladas de lanzarse al ruedo es que van a quedar retratados». Existe la convicción de que una rebelión interna socioandaluza para hacer presidente al candidato del PP supondría un golpe durísimo para el PSOE, daría nuevas alas a un Podemos ahora apagado y se convertiría en un torpedo en la línea de flotación de la actual dirección socialista. «Susana no se arriesgará a tanto porque el próximo pellejo político sería el suyo».

Los socialistas baleres creen que Susana Díaz echará el freno de mano a pesar de que tiene imputados a sus padres políticos Griñán y Chávez y ha de soportar la murga de su abuelo político, el dinosaurio blanco Felipe González. El PSOE andaluz está marcado por las banderillas negras de los ERE y eso le hace vulnerable. «Pero de ahí a que hagan un daño inmenso a un partido que tiene 137 años de historia (los mismos que diputados tiene en la actualidad el PP) media un abismo».

Es harto sabido que en política el que resiste, gana. «Y a Sánchez le quedan pocos días de numantinismo». De momento (sólo de momento) el actual secretario general ha conseguido que la baronía crítica (Díaz, Page y demás familia) permanezca callada y no se convierta en carnaza de programas televisivos de tertulianos de los madriles, obsesionados en dividir a los socialistas y santificar y purificar a Rajoy. Solamente este silencio ya saca de quicio a Mariano, que ve cómo se le van cerrando puertas a su investidura y que la firmeza del PSOE puede forzar a un acuerdo de Estado in extremis dentro de un mes y medio por el cual los socialistas se abstendrían ante un nuevo candidato del PP, joven, renovador y no lastrado por los escandalazos de corrupción, «que manchan a Rajoy de manera irreversible».

La solución llegará dentro de pocos días. Salvo milagro, Rajoy kaputt. Luego Sánchez «no podrá evitar» un virginal y novel presidente del PP, pero sí habrá mandado a Mariano a su casa, asentándose él como «responsable jefe de la oposición». Ese, y no otro, es el actual campo de batalla. Desde la periferia se ve muy claro. Por eso a Pedro Sánchez le gusta Ibiza.