Esta cordobesa, profesora de Derecho Constitucional, fue consejera de Cultura de la Junta de Andalucía con el presidente Manuel Chaves entre 1996 y 2004, año en el que se convirtió en ministra de Cultura en el primer Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Fue relevada en 2007 para convertirse en vicepresidenta segunda del Congreso de los Diputados.
Actualmente es secretaria de Igualdad del PSOE, responsabilidad desde la que ha insistido en que la perspectiva de género debe quedar contemplada en un articulado específico de la Constitución, con especial énfasis a «la protección de las mujeres contra la violencia machista».
Persona de la máxima confianza de Pedro Sánchez, a quien apoyó en las primarias a la Secretaría General, fue una de las dirigentes socialistas que estuvo con él en Ferraz cuando tomó la decisión de presentar la moción de censura contra Mariano Rajoy.
Confianza que ya se reflejó al ser elegida el pasado octubre para negociar en nombre de su partido la aplicación del artículo 155 en Cataluña.
Destacada feminista, ha sido artífice en los últimos meses de las iniciativas socialistas encaminadas a promover una Ley de Igualdad Salarial y Ley de Igualdad de Trato entre Hombres y Mujeres en el ámbito Laboral, dos de las propuestas más ambiciosas y emblemáticas del PSOE en esta legislatura.
Calvo también tendrá que dar cumplimiento a las doscientas medidas que componen el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, alcanzado con el consenso de todas las fuerzas políticas, y para cuya aplicación será necesario acometer varias reformas legislativas.
Nacida en Cabra (Córdoba) en junio de 1957, concurrió por primera vez a unas elecciones en las andaluzas de 1996, en las que consiguió un escaño en el Parlamento como independiente en la lista socialista por Córdoba, y se afilió al PSOE en 2003.
Tras la victoria socialista en los comicios generales de 2004, fue nombrada ministra de Cultura del primer Gabinete de José Luis Rodríguez Zapatero, cargo al que abordó espinosos asuntos como los «papeles de Salamanca» y una intensa actividad legislativas: la Ley del Libro, la reforma de la ley de Protección Intelectual, el Plan Antipiratería, y la ley del cine, que fue muy contestada y cuya negociación final encaró la entonces vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega.
En aquella etapa, Calvo reivindicaba con rotundidad el papel de las mujeres y así lo expresaba en una entrevista con Efe en 2006: «Las ministras tenemos que soportar que cuando nos miran, en lugar de ver la gestión que estás haciendo, tu saber estar, tu habilidad o tus defectos políticos, se fijan en si llevas tacones o no, o en cómo vas peinada, y eso es muy duro porque sucede todos los días».
Se declaraba seguidora del rock, y en su despacho del Ministerio no era difícil encontrar alguna grabación de grupos como Lujuria o Mago de Oz, de los que se declaraba admiradora. Para Carmen Calvo los detalles son importantes, y la gusta responder a las llamadas y a las cartas, así como acudir a aquellos compromisos en los que cree que puede aprender, motivo por el que siempre ha tenido una agenda de vértigo.
En julio de 2007 fue relevada por César Antonio Molina y elegida vicepresidenta primera del Congreso de los Diputados. Tras revalidar su escaño en 2008, presidió la Comisión de Igualdad del Congreso.
En 2011, descartó ir en la lista de los socialistas cordobeses si era encabezada por Rosa Aguilar, entonces ministra de Medio Ambiente, con la que discrepaba desde su etapa como alcaldesa por IU de Córdoba, y regresó a su plaza de profesora de Derecho Constitucional en la Universidad de Córdoba.
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La peor de las noticias contra la igualdad y los derechos humanos, convertidos en una inquisición de genero contra personas simplemente por pertenecer a un género, un sexo. No, esto no es un ministerio de igualdad tras haber creado la Ley de Violencia de Género y el pacto de Estado contra el hombre. Es un ministerio de la Inquisición. Todas las personas merecen un juicio justo y presunción de inocencia, da igual si son hombres son mujeres son blancos o si son negros. Tendrán la agravante por actuar por machismo hembrismo o superior fuerza física, pero jamás se puede discriminar a un género una raza o a un colectivo porque los demás negros o los demás blancos o los demás hombres o las demás mujeres no tienen la culpa de ese delito. Enorme criminalización todos los días,a todas horas,contra el hombre,a quién ya de antemano se han violado sus derechos humanos fundamentales de forma genérica.