Mayores que viven solos, las dobles víctimas del coronavirus. | Pixabay

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Las personas mayores que viven solas se han convertido en uno de los colectivos más vulnerables de la crisis del coronavirus ya que además del riesgo que les supone contraer la enfermedad, deben permanecer aislados y sin recibir más visitas que las imprescindibles, lo que contribuye a su aislamiento y soledad.

Las medidas decretadas para evitar la expansión de la COVID-19 contemplan desplazamientos para asistir a personas mayores y dependientes, pero las dudas de familiares y cuidadores al respecto son múltiples y se debaten entre la necesidad de asistir a estas personas y el riesgo de contagiarles la enfermedad.

Francisco Tarazona, geriatra y vocal clínico de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) recomienda restringir al máximo las visitas a estas personas y ser muy estrictos con el seguimiento del protocolo dictado por Sanidad, especialmente en el caso de la asistencia a pacientes pluripatológicos, que son los que presentan mayores riesgos.

Los cuidadores deben restringir sus contactos

«Hay que buscar un equilibrio y el equilibrio está en que los cuidadores deben restringir al máximo los contactos, de forma que no se conviertan en vectores de transmisión de posibles casos hacia el paciente al que están cuidando bien porque sean padres o madres o porque sean cuidadores de estos pacientes», indica a Efe.

Así, las personas que viven con mayores deben extremar las medidas de precaución de contacto externo porque pueden servir de correa de transmisión del virus, que es lo que tenemos que evitar.

En el caso de los hijos que deban atender a sus padres mayores, Tarazona indica que lo principal a valorar es que la persona que acuda al domicilio sea la que tenga la máxima seguridad -es imposible tener la certeza- de que no ha tenido contacto con ningún infectado.

Reconoce que esto es complicado porque el periodo de incubación del virus es de 15 días y es asintomático, «pero por lo menos intentar tener la máxima certeza posible».
Aunque no es necesario que sea la misma persona siempre, este geriatra apunta a que el riesgo de que dos o tres personas tengan más contactos periféricos es mayor y la posibilidad de que estén incubando la infección en situación asintomática es mucho más alta.

En cualquier caso, cuando se realicen esas visitas, no debe existir contacto físico -respetar la separación de un metro como poco- y deben durar el menor tiempo posible.

Extremar precaución

Una situación distinta es la de las personas dependientes, que necesitan ayuda para las tareas más básicas como ducharse, comer o vestirse.
En este caso, los cuidadores -tanto si son internos como externos- deben evitar al máximo salir a la calle y, si es posible, incluso hacer la compra por internet.

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«Estamos hablando de reducir al máximo la posibilidad de que las personas que están en contacto con el mayor se expongan al virus, así que cuanto menos tiempo estén fuera del domicilio y cuanto menos contactos tengan, mejor», afirma.
A la hora de asistir al mayor dependiente, Tarazona recomienda el uso de guantes, especialmente si el cuidador ha salido de casa, que el contacto dure el menor tiempo posible y que el número de cambios sean los mínimos posibles dentro de una higiene adecuada.

Soledad y aislamiento social

Este geriatra apunta el principal inconveniente de esta situación: los problemas de soledad y aislamiento social que generan las restricciones de visitas, que se unen a la sobreinformación a la que se exponen los mayores que viven solos y que continuamente están viendo noticias y contenidos en radio y televisión sobre la pandemia y el riesgo que supone para personas como ellos.

Así, pide compensar este aislamiento con llamadas y recurriendo a la tecnología para permanecer en contacto, además de transmitirles tranquilidad explicándoles que seguir las recomendaciones de las autoridades sanitarias y restringir los contactos, es la mejor forma de evitar contagiarse.

«En este momento es el mensaje más tranquilizador que les podemos enviar», asegura.
En esta tarea, ahora más que nunca cobra sentido la función de acompañamiento que realizan asociaciones como Grandes Amigos, que trabaja ahora mismo con el objetivo de no contribuir al alarmismo, preservar la salud de las personas mayores con las que trabajan y procurar que sigan sintiéndose acompañadas en una situación que limita sus ya de por sí mermadas relaciones sociales.

Acompañar en la distancia

Esta asociación, que tradicionalmente hace acompañamiento presencial a los mayores que viven solos, está elaborando un plan para convertir estas visitas en domicilios y residencias en un acompañamiento afectivo a través del teléfono u otras vías.

«Hemos pedido a todas las personas que participan en los programas de voluntariado de Grandes Amigos sustituir el acompañamiento presencial por el acompañamiento telefónico y otras modalidades de apoyo afectivo a distancia como whatsapp, skype o recuperar la tradición de enviar cartas», explica a Efe José Ángel Palacios, portavoz de Grandes Amigos.

Quieren detectar también situaciones de mayor vulnerabilidad, como personas sin redes de apoyo familiar y vecinal o con mayores problemas de movilidad y salud para reforzar el apoyo telefónico e identificar posibles necesidades afectivas pero también domésticas (compra de alimentos o de medicamentos, etc).

«Estamos haciendo un plan especial para adaptar toda la actividad de la entidad con el objetivo de que las personas mayores sigan sintiéndose acompañadas pese al aislamiento», indica.

Piden voluntarios para atender a todas estas personas mayores que requieren acompañamiento afectivo en estos momentos y avisan de que necesitan recursos para seguir realizando su trabajo de manera personalizada.