Soco ha pasado a la fase cuatro. Después de meses de entrenamiento, este pastor alemán del Ejército se sienta cuando huele la covid. Lo lleva haciendo el último mes con un 90 % de eficacia en muestras negativas y un 75 % en positivas. Gracias a él, se ha reactivado un proyecto que se daba por perdido.
«Detecta los positivos y discrimina perfectamente los negativos», resume a Efe la coronel María Isabel de Martín, jefa del Centro Militar Canino de la Defensa y que, a raíz del éxito de Soco, ha puesto a su propia perra de trabajo en el programa, iniciado hace siete meses sin resultados hasta ahora.
Igual que los perros son capaces de detectar el explosivo, la tinta del dinero o la droga, su portentoso olfato les lleva a discriminar sustancias producidas por el cuerpo humano y que responden a una enfermedad como la covid.
De hecho, Finlandia los usa para detectar covid-19 en muestras de sudor de pasajeros del aeropuerto de Helsinki, la aerolínea rusa Aeroflot los adiestra con el mismo fin, y el equipo de baloncesto Miami Heat utiliza perros para controlar posibles positivos entre las personas que entran a su estadio.
Todo después de que algunos ensayos expusieran la eficacia de los perros entrenados, como el de la Universidad de Granada en colaboración con una firma de seguridad, que ha logrado un 96 % de éxito en la detección de la covid.
Oliendo COVID en muestras PCR
El proyecto del Ejército, explica De Martín, tiene una diferencia sustancial frente a estos últimos y es que a los perros no se les entrena para detectar la enfermedad en el sudor, sino para intentar discriminar la covid en bastoncillos de muestras PCR.
Los virus, aclara, no huelen, pero según varios estudios la enfermedad produce una molécula que podría ser la que detectan los animales. En cualquier caso, las incertidumbres en torno al nuevo coronavirus son todavía mayores que las certezas. «Me lo tengo que creer porque está en algún estudio científico, pero tengo mis dudas», indica sobre esa molécula.
Sea lo que sea lo que detecta el perro, la tarea no es fácil y aún hace falta tiempo para demostrarse realmente eficaz, relata la coronel. «Llevamos ya siete meses trabajando con perros, empezamos con siete, y solo uno nos ha discriminado los positivos: Soco».
Únicamente, este pastor alemán de 4 años, reconvertido en rastreador de covid tras pasar por explosivos y por perro de terapia, ha pasado a la fase cuatro.
Según explica la experta canina, las primeras fases perseguían conseguir que los perros detectaran el olor característico de la enfermedad, mediante muestras humanas que llegaban hasta los guías caninos en un tubo y con sustancias neutralizantes del virus de fuerte olor que había que ir quitando del foco del perro.
En ellas, Soco solo ha tenido dudas, expone su informe de trabajo, en las muestras con una baja concentración vírica, lo que reduce un poco su porcentaje de acierto.
Pero los datos generales son optimistas: «Soco muestra una eficacia cercana al 90 % con respecto a las muestras negativas, mientras que su resultado con muestras positivas se sitúa en torno al 75 %».
Tras estas primeras fases de trabajo, el perro tendrá que oler ahora muestras de bastoncillos de PCR recién recogidas. Se le presentarán dentro de recipientes especiales que Soco no tocará para que no haya posibles contagios a sus guías.
Las muestras se llevarán luego al laboratorio que tiene el Centro Militar de Veterinaria, se analizarán y se comprobará si el perro acierta con ellas.
De descartado a estrella del proyecto
Lo más curioso de Soco es que se esperaba poco de él. «Lo criamos nosotros y tiene un impulso muy bajito», explica De Martín. Se refiere con ello a que este pastor alemán no destacaba por su instinto de presa, necesario, pero parece que no imprescindible, en un perro de entrenamiento.
Fue esa la razón de descartarle en su día para perro de explosivos, pero su «excelente socialización y ductilidad» llevaron a sus guías a derivarle a la especialidad de perro de terapia, concretamente para apoyar a la rehabilitación física de pacientes afectados por ictus o con pérdidas de movilidad.
Ahora Soco se ha convertido en el sostén de este proyecto pionero, que usa un sistema que prescinde del sudor, de manera que, según la coronel, se pueden detectar más fácilmente asintomáticos.
A raíz de su éxito, el Ejército empezará ahora a entrenar a tres perros más: una cachorra y dos especializadas en explosivos. «Hemos vuelto a empezar de cero», resume la jefa del Centro Militar Canino.
Una de estas dos perras de explosivos es precisamente la de trabajo de De Martín, quien se muestra aún muy cauta sobre un proyecto que ha renacido en las últimas semanas pero que tiene todavía mucho por recorrer.
Mientras, otros países como Italia, Alemania, Reino Unido, Bélgica, Chile, Emiratos Árabes o Namibia, por citar algunos, siguen investigando esta manera de detectar la covid, cuya aplicación práctica también está por ver.
1 comentario
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Jajajajaja ya lo que faltaba. Mira que hay que ser ridículos.