Personal sanitario trasladando a un afectado por el coronavirus. | Marta Pérez

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Las personas que se han recuperado de la COVID-19, especialmente las que padecen enfermedades cardiovasculares preexistentes, pueden correr el riesgo de desarrollar coágulos sanguíneos debido a una respuesta inmunitaria persistente e hiperactiva, según un estudio dirigido por científicos de la Universidad Tecnológica de Nanyang (Singapur).

Los hallazgos, publicados en la revista científica 'eLife', pueden ayudar a explicar por qué algunas personas que se han recuperado de la COVID-19 presentan síntomas de complicaciones en la coagulación de la sangre después de su recuperación inicial. En algunos casos, corren un mayor riesgo de sufrir un ataque cardíaco, un accidente cerebrovascular o un fallo orgánico cuando los coágulos sanguíneos bloquean las arterias principales de los órganos vitales.

El equipo de científicos recogió y analizó muestras de sangre de 30 pacientes con COVID-19 un mes después de haberse recuperado de la infección y haber recibido el alta hospitalaria. Descubrieron que todos los pacientes recuperados de COVID-19 presentaban signos de daño en los vasos sanguíneos, posiblemente debido a una respuesta inmunitaria persistente, que puede desencadenar la formación de coágulos.

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El equipo descubrió que los pacientes recuperados de COVID-19 tenían el doble del número normal de células endoteliales circulantes (CEC) que se habían desprendido de las paredes de los vasos sanguíneos dañados. Los elevados niveles de CEC indican que la lesión de los vasos sanguíneos sigue siendo evidente tras la recuperación de la infección vírica.

Los investigadores también descubrieron que los pacientes con COVID-19 recuperados seguían produciendo niveles elevados de citoquinas -proteínas producidas por las células inmunitarias que activan la respuesta inmunitaria contra los patógenos- incluso en ausencia del virus. En la sangre de los pacientes con COVID-19 recuperados también había un número inusualmente alto de células inmunitarias, conocidas como células T, que atacan y destruyen los virus.

La presencia tanto de citoquinas como de niveles más elevados de células inmunitarias sugiere que el sistema inmunitario de los pacientes con COVID-19 recuperados seguía activado incluso cuando el virus había desaparecido.

Los investigadores plantean la hipótesis de que estas respuestas inmunitarias persistentemente activadas podrían atacar los vasos sanguíneos de los pacientes de COVID-19 recuperados, causando aún más daños y aumentando el riesgo de formación de coágulos sanguíneos.