Simón, que ha participado como ponente en un ciclo de conferencias en Ciudad Real, ha reparado en que otros virus similares en el pasado, entre ellos la recordada como «gripe de los pollos», también llegaron a su fin.
El sanitario ha recordado cómo el 27 de diciembre de 2019 ya aparecen una veintena de casos de neumonía grave en China, y sólo 10 días más, ya se había secuenciado el virus.
Así, el 7 de enero «ya se tenía toda la información necesaria» en el país asiático para enfrentarse al virus, algo que aún tardó en llegar a Europa y «al superpoderoso Estados Unidos».
Aunque ha reconocido que «no parecía una enfermedad tan grave», ha hecho un repaso del primer caso detectado en Europa, una mujer llegada de Wuhan a Alemania sin síntomas y que generó «un pequeño brote».
En su tránsito por Alemania, una persona que compartió espacio con un compañero de trabajo con la mujer de Wuhan tenía contacto con familiares en España, lo que pudo ser la puerta de entrada del virus.
A mediados de enero, en todo caso, «ya había un protocolo y un procedimiento» a través de 30 sociedades científicas con trabajo para desarrollar estudios clínicos, colocando a España como «uno de los tres primeros países» en tenerlos.
El 23 de enero ya se reunió el Comité de Emergencia de la Organización Mundial de la Salud, deliberando que la neumonía detectada en China no suponía un problema a nivel mundial, con pocos casos más allá del origen en Wuhan.
«No había transmisión comunitaria en ningún sitio más allá de Wuhan, ni siquiera en las otras 30 provincias de China», recuerda Simón, quien admite «ciertas dudas» sobre la información que daba el Gobierno chino en el primer mes de 2020. La percepción no era que China escondiera información, sino que «no la tenían», ha dicho.
Cuando el 23 de enero la OMS decide mandar una misión a China, el país asiático «bloquea» la exportación de productos sanitarias. «Deja de haber mascarillas porque todas las del mundo se fabricaban en China», lamenta Fernando Simón.
A partir de ese momento, «el resto del mundo globalizado en el que la logística es brutal y enorme, tenía que vivir con los pequeños restos de pequeños lugares». Este bloqueo no cesó hasta finales de marzo, tal y como ha afirmado Simón.
Pasaron las semanas y acabando enero, la información que seguía mandando era el extremo de que la transmisión del virus se producía sólo a nivel del país asiático, aunque ha admitido que había «mosqueo» por los cierres de ciudades como Wuhan.
«Estábamos todos los países del mundo expectantes para ver qué significaba ese cierre, y el 17 de febrero, China tenía 70.000 casos, y España tenía dos casos, nuestro caso alemán y otro inglés con el virus importado de Singapur que se había contagiado esquiando en Francia», ha relatado.
Una semana más tarde, entrando en la recta final de febrero, Italia notifica más de 200 casos en el mismo día en el mismo enclave, prohíbe reuniones, cierra territorios y obliga a hacer cuarentena a personas llegadas de China.
Fue el primer país europeo con este problema y «el primer país del mundo que cambió la percepción del virus», según su opinión.
Pasaron los primeros días de marzo y los problemas en Italia aumentaban, además de que el tráfico entre el país transalpino y España era intensa, desde el partido de fútbol del Atalanta en Valencia hasta los 7.000 italianos que pasaron por la feria ARCO.
Así, en España ya se iban detectando casos, pero sólo dos pequeños brotes, uno en el norte y otro cerca de Madrid, «muy localizados, con más transmisión».
Fue el 9 de marzo cuando se pasó de una trasmisión de entre 50 y 100 casos diarios a computar más de 700. «Ese día, todo se descontroló», ha aseverado, momento en el que se empieza la cadena de toma de decisiones que desembocó en el primer estado de alarma.
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