Se quedaron tres días en aquel país porque tenían problemas con los documentos por tratarse de dos menores que viajaban solas. Finalmente, llegaron a Las Rozas el viernes a medianoche. Ha sido un viaje «muy largo y muy difícil». «Estamos muy cansadas», reconoce Yelyzaveta, que ha dejado en su país a su abuela y su tío, entre otros familiares. Es la tercera vez que está con la misma familia de acogida. Ya había pasado dos veranos en España. «Me quieren mucho. Desde que estalló la guerra, me llamaban todos los días y a todas horas para preguntarme si tenía comida y si estaba bien», explica. Las niñas esperan reunirse mañana en España con otra hermana mayor, que logró salir de Kiev, donde la situación está «muy peligrosa» y ya se encuentra en Polonia. Yelyzaveta asegura que le gusta el CEIPSO El Cantizal de Las Rozas, adonde desde este lunes asiste a clases de segundo de la ESO, junto con su hermana Anhelina es alumna de primero de la ESO.
Ana es una alumna del centro que ayuda a Yelyzaveta, orientándola sobre el funcionamiento del colegio y apoyándola en asignaturas como inglés. «Todo ha sido repentino», indica la directora del centro, Rosa María Paredes, quien precisa que el viernes por la mañana la llamaron del Ayuntamiento de Las Rozas para comunicarle que había una madre que ya tiene tres niñas escolarizadas en el centro traería a otras dos niñas ucranianas en acogida. Paredes se mostró abierta a colaborar en todo lo que pudiera en una situación «tan complicada» como la que está viviendo ese país.
La madre de acogida hizo la matrícula el mismo viernes. Hoy, martes, es su segundo día de clase. «Son niñas tímidas, por la situación que están viviendo, pero se están integrando muy bien en el centro. Son muy vulnerables. Llevan una lucha interna por todo lo que están viviendo y por su situación personal», asegura la directora. «Desde el centro, nos vamos a volcar al máximo para darles todo el cariño que necesiten con el objetivo de que se integren de la mejor manera posible y prestarles la ayuda que necesiten tanto ellas como la familia de acogida», subraya Paredes. Ahora, es fundamental la labor de la psicóloga del centro. «Han tenido que dejar muchas cosas allí. El hecho de venir aquí ha sido traumático. De hecho, me comentaba la mamá que había algunas noches que ellas lloraban abrazadas las dos», apunta la directora.
El jefe de estudios del centro, Francisco Ballester, dice que la acogida ha sido «tan rápida» que se ha enterado el lunes pasado por la mañana y detalla que hay un protocolo de incorporación de nuevo alumnado en el centro, que en este caso incluirá un intérprete del Servicio de Apoyo al Inmigrante (SAI) para ayudarles con el idioma. Admite que aunque están acostumbrados a recibir alumnos extranjeros en el centro habitualmente, esta es una situación especial.
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