En un artículo publicado en El Correo y El Diario Vasco, Pedro Sánchez, que este domingo estará presente en Ermua en el acto con motivo del 25 aniversario del secuestro y asesinato del edil popular, afirma que Miguel Ángel Blanco es un nombre que «siempre estará grabado en la historia de dolor» del país, y que «forma parte de la democracia española». Pedro Sánchez afirma que su secuestro fue «una venganza y una reacción terrorífica» después de que la Guardia Civil liberara nueve días antes al funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, que llevaba encerrado «en un zulo inhumano» 532 días.
El presidente del Gobierno asegura que en el caso de Blanco «no hubo lugar para la esperanza» pero fue «un antes y un después en la desgraciada historia del terrorismo» en España. A su juicio, la gente «perdió el miedo» y la «brutal amenaza, la sensación de estar asistiendo a un asesinato a cámara lenta y la impotencia ante los años de obligado silencio hicieron que la solidaridad y la indignación salieran a la calle». «El pueblo entero de Ermua contuvo la respiración desde aquel jueves 10 de julio de hace 25 años. La segunda noche del secuestro, apenas 24 horas antes de que el ultimátum se cumpliera, cientos de personas encendieron velas y mantuvieron una vigilia para acompañar así a los familiares del joven concejal, para pedir su libertad», señala Sánchez, que recuerda también que Bilbao vivió a la mañana siguiente la «manifestación más grande de su historia».
Asimismo, recuerda que las calles se llenaron de gente clamando por la libertad de Miguel Ángel no solo en el País Vasco, ya que en toda España ocurrió lo mismo y cientos de miles de personas alzaron la voz «contra la brutalidad, contra la muerte». Según destaca, España «se encaraba, pacífica y valiente», con la organización terrorista pero ETA, «una vez más, desoyó al pueblo» porque asesinó a Miguel Ángel Blanco con dos tiros en la nuca, siendo «la persona 778 en la nómina de muertos a manos de ETA». El presidente del Gobierno asegura que Ermua se convirtió, desde ese momento, «en el símbolo de la lucha ciudadana contra la banda terrorista» y España «entera manifestó su repulsa, su condena ante aquella barbaridad», con alrededor de cuatro millones de personas que salieron a la calle durante esos días para «mostrar la rabia, la indignación, el profundo dolor de un país azotado por años de violencia».
«Mientras protegían la sede de Herri Batasuna, frente a 40.000 o 50.000 personas, seis ertzainas decidieron descubrir su rostro. Fue un gesto de un tremendo simbolismo: bastaba ya de esconderse, de callar. Los manifestantes les abrazaron. El pueblo decidió que aquello tenía que acabarse», apunta. Según subraya, el «silencio y el miedo comenzaron a desaparecer en la sociedad vasca y ya nunca volvieron» porque muchos ciudadanos, que habían permanecido «indiferentes ante el fanatismo terrorista, levantaron por fin la voz».
«El espíritu de Ermua será siempre el espíritu de la unidad y de la paz. El espíritu de la convivencia que no admite ningún tipo de violencia. Si antes los asesinatos de ETA habían generado parálisis, a partir de aquel 12 de julio generaron movilizaciones. Frente a la coacción totalitaria del terrorismo, se impuso la defensa de los derechos humanos. Frente a 'la socialización del sufrimiento' -como llamaba ETA a su insania-, se impusieron la libertad, la democracia y la vida. El día del asesinato de Miguel Ángel Blanco, ETA empezó a perder definitivamente», asegura. Pedro Sánchez manifiesta que pasaron aún 14 años hasta que el 20 de octubre de 2011 la banda terrorista anunció el cese definitivo de la actividad armada, «sin condiciones» y España «ponía fin a 43 años de terrorismo, con 829 víctimas mortales».
En su opinión, el final de esta «etapa negra» de la historia de España pudo darse gracias «al esfuerzo titánico de cada gobierno democrático en su apuesta por el diálogo, a la unidad de los partidos frente al terror y el odio, a la labor de la justicia, a la imprescindible colaboración internacional, al trabajo valiosísimo de las Fuerzas de Seguridad y, por supuesto, a la sociedad vasca y española». El presidente del Gobierno añade que muchos jóvenes de hoy no habían nacido cuando Miguel Ángel fue asesinado y, por eso, se debe agradecer a las organizaciones de la sociedad civil vasca que «dediquen tanto esfuerzo a mantener su memoria y la memoria de las víctimas».
A su juicio, la memoria, colectiva e histórica, es «imprescindible para reparar los errores del pasado, para atesorar la verdad y para garantizar la justicia». «Euskadi nunca olvidará su historia reciente, como tampoco debe olvidarse, en ningún rincón de nuestro país, ni ahora ni en el futuro, el camino que se ha recorrido hasta llegar a la libertad», concluye.
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