Sílvia Orriols será candidata por Aliança Catalana en las elecciones autonómicas

En un discurso duro, Orriols añade: «Podéis revalidar o parar la hemorragia de talento y la entrada masiva e invasiva de inmigrantes que no comparten ni nuestras leyes civiles ni nuestros valores occidentales». La alcaldesa de Ripoll, que no ha desvelado todavía por qué circunscripción se presentará (Barcelona o Girona), pide que se pare «subvencionar a contracomunidades» y convertir las prisiones en «hoteles de cinco estrellas».

En su opinión, es «la hora de que el 'seny' (sentido común) y el orden vuelvan a Cataluña, de infringir la corrección política, de restituir el Estat Català, de recuperar todas las competencias y ejercer el control fronterizo, porque solo así podremos garantizar un futuro digno, próspero y seguro a nuestros hijos», ha señalado.

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La ya candidata anunció el pasado día 20 en una entrevista con EFE su intención de concurrir a los comicios al Parlament, en la que «Aliança Catalana no es el cuarto espacio independentista, es el primero y único si decidimos presentarnos porque el resto, para nosotros, claramente es 'procesismo», puntualizó.

La única vía que el partido contemplaba para comparecer era con la alcaldesa de Ripoll al frente, después de que se diese a conocer con su victoria en las municipales y su acceso al cargo tras la negativa de Junts a respaldar una coalición de ERC, PSC y CUP concebida como cordón sanitario. Su incesante actividad en redes sociales, la misma que la aupó a aquel primer éxito, y un mensaje tan crítico con la inmigración islámica que le ha costado una multa de la Generalitat por discriminación, le han dado una gran visibilidad tanto a ella como a su partido.

Orriols reiteraba en la misma entrevista que era partidaria de comparecer a esos comicios porque «este proyecto no puede limitarse ni estancarse en el ámbito municipal, sino que debe servir a la máxima institución del país». Sobre la posibilidad de que el independentismo no sume, Orriols admitía en la entrevista que es una opción, pero la vincula a la realidad de un movimiento que ve arrinconado por una inmigración «no precisamente favorable» al secesionismo catalán.