Nayla Yenkins & The Funkers, durante su actuación. | F.P.

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La Porta de Santa Catalina había sido el último bastión del jazz en ese recorrido que cada cierto tiempo emprendemos hacia la plaza de turno. Este año, como Jazz el Conquistador, se ha acercado a su punto de origen -recordarán aquellas lejanas veladas en Santa Eulalia- y ha tomado Cort; bueno realmente sólo la plaza. Y no lo ha hecho, precisamente, con una las mayores afluencias de público; aunque, a decir verdad, imagino que muchos se habrán topado con la disyuntiva de tener que escoger entre este enclave y la del Olivar, destinada al swing y con la presencia de la Glissando Big Band. Y es que la Glissando, es mucha Glissando.

El soul, funk, hip-hop y otras fusiones más o menos jazzísticas abrieron y cerraron la velada. Con One Pac & Fellows, llegados de Sevilla, Andalucía y Senegal manifestaban su hermanamiento sonoro con una buena propuesta para enganchar al público en un inicio que siempre resulta algo frío y Nayla Yenkis & The Funkers, ponía el punto final, con la misma energía y efervescencia sonora.

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Entre medias, dos propuestas tan parecidas como distintas acabaron resultando. Ambas protagonizadas por dos de nuestras cantantes locales emergentes. Primero Julia Colom, apostando por estándares del jazz y alguna que otra bossa nova en lo que no resultó ser una de sus mejores noches. La verdad es que tampoco ayudo un sonido poco apropiado para esta música.

Algo mejor lo tendría Masé Jara. Presencia escénica más adecuada, buen dominio de los registros agudos e intercalando algunas autorías originales entre el repertorio clásico.