Hermelina empujaba su carrito por las calles prácticamente vacías del Parc Bit. | Jaume Morey

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«Habrán visto el párking, ¿no? Pues creo que nunca había estado tan vacío. A mi, venir aquí y ver este desierto me causa una depresión», comenta Hermelina, una limpiadora que ayer a media mañana empujaba su carrito, cargado de productos y material, por las calles de un Parc Bit prácticamente vacío.

Hermelina se muestra preocupada: «Estoy en una empresa que, con la falta de trabajo, nos ha reducido el jornal. De momento yo he conseguido librarme y hago las mismas horas, pero hay compañeras que no». «¿Que si hemos tomado medidas especiales? Pues sí, ahora limpiamos más a fondo, ponemos un producto que se llama cloronet y que es algo parecido a una solución de agua con lejía: hay que desinfectar a conciencia», añade.

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Ciertamente, el Parc Bit parece un desierto durante el estado de alarma por el coronavirus. La mayoría de edificios están cerrados y en la calle solo se ve a alguien yendo o viniendo del párking. De vez en cuando se ve a algún gato tomando el sol. A lo lejos se oye el ruido de una obra.

En un local más bien pequeño hay alguien trabajando. Es Rosa Sans, empleada en una gestoría cuya sede principal está en Palma. Explica que viene cada día porque en casa no dispone de las herramientas que necesita para trabajar, pero que en la sede de Palma «casi todos hacen teletrabajo». «En nuestro caso, el volumen de trabajo ha aumentado a raíz de la presentación de ERTE. Sobre todo en Palma, en el Parc Bit no tanto, porque la mayoría de empresas de aquí se dedican a la investigación y a la innovación y pueden seguir operando». «Aquí no viene nadie, todo es teletrabajo».

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En una especie de plazuela, Miquel carga cajas en una furgoneta con la ayuda de un toro. «Hacemos trabajos de ingeniería, fontanería y cosas así para obras. Somos de los pocos que seguimos trabajando como si nada. Bueno, sí, algo ha cambiado: antes hacíamos el horario partido y ahora terminamos a las tres».

Call center

El Parc Bit se ubica en los terrenos de la possessió de Son Espanyol, cuyas antiguas cases albergan la sede principal de la Fundació Bit (un ente adscrito al Govern). En este punto, el más elevado del parque, sí parece que hay actividad. Nada más llegar aparece Álvaro Medina, el gerente de la Fundació, que calcula que «el 90 por ciento de las empresas hacen teletrabajo. No ahora, sino mayoritariamente desde la semana pasada. Habréis visto que hay muy poca gente».

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En Son Espanyol hay un centro de llamadas del Govern: aquí se atienden las llamadas del 012, de algunos servicios del SOIB y, lo más importante, se reciben las llamadas para pedir cita al médico. Las llamadas al 061, número reservado a las urgencias, van por otro lado, pero las peticiones para Atención Primaria se centralizan en Son Espanyol. La jefa del servicio informa que solo la semana pasada recibieron «más de 62.000 llamadas», que son «una barbaridad». La semana pasada el Govern cambió el protocolo y todos los ciudadanos que tienen síntomas de alguna afección –sea o no respiratoria, guarde o no relación con el coronavirus– deben llamar a este número. «Los teleoperadores preguntamos por los síntomas y tomamos nota. Luego pasamos esta información a su centro de salud y desde allí dicen al paciente lo que tienen que hacer».

Medina explica que han comenzado a implementar el teletrabajo y que han trasladado a parte de la plantilla a otros espacios como medida de seguridad. «En condiciones normales, esta sala estaría aun más llena».