Parte del agua que se consume en Palma procede de los embalses. | Emaya

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«La calidad del agua de Palma es buenísima». Así de contundente se ha manifestado la jefa de la sección de Salud Ambiental de la Conselleria de Salut, Kika Panadés, que ha calificado de «leyenda urbana que no sea buena para la salud». Sí ha reconocido que como el terreno de Mallorca es cálcico tiene un sabor un poco duro. En términos similares se han expresado desde Emaya. «El agua de Palma es buena, ocasionalmente puede tener olor o sabor a cloro y hay gente a la que no le gusta, pero han de entender que es una garantía sanitaria». Además, han precisado que es obligatorio que el agua tanga una concentración de cloro libre residual superior a 0,2 ppm.

El presidente de Emaya, Ramon Perpinyà, ha manifestado que el agua de Palma «tiene todas las garantías sanitarias y se controla a diario. Desde hace unos años trabajamos para que sus características sean homogéneas en toda la ciudad, así como garantizar agua de mineralización débil todo el año. Fomentar el consumo del agua del grifo es una de las prioridades de Emaya». En este punto, ha reiterado que «consumir agua del grifo es bueno para la salud y el medio ambiente; supone una reducción muy importante del consumo y residuos de plástico. Para fomentar la reducción de residuos, el consumo de agua del grifo y para que la ciudadanía pueda comprobar la buena calidad del agua de la red, ya hemos instalado 33 fuentes en las calles y plazas; son de agua potable de la red, filtrada con un sistema similar a los domésticos, que reduce el sabor a cloro (al igual que las jarras y otros sistemas domésticos). Tenemos previsto continuar instalando fuentes a lo largo de 2022».

Desde Emaya han insistido en que «la calidad es un concepto variable con elementos de subjetividad», pero han insistido en que el agua de la capital balear es «potable y buena, con garantía sanitaria y se trabaja para mejorar aún más su calidad dentro del Plan Estratégico de Emaya». En este punto, han añadido que «el agua con la que se abastece a la ciudad y que llega a nuestras casas tiene una garantía sanitaria total y se puede utilizar, sin ningún problema, para beber y cocinar. Cumple la normativa establecida, tanto el Real Decreto 140/2003, de 7 de febrero, por el cual se determinan los criterios sanitarios de la calidad del agua de consumo humano, como el Decreto 53/2012, de 6 de julio, sobre vigilancia sanitaria de las aguas de consumo humano de Baleares».

No obstante, ha reconocido que «a causa de las características del terreno de Mallorca, el agua que proviene de los acuíferos y de las fuentes habitualmente es un agua dura y con elevada mineralización, si bien estas características mejoran con la mezcla con las aportaciones de agua de embalses y de agua osmotizada (planta potabilizadora de Son Tugores, planta desaladora Bahía de Palma)». Desde hace unos años Emaya tiene como objetivo abastecer con agua de mineralización débil.

El apunte

Emaya alerta del peligro del agua embotellada

Desde la citada empresa municipal han advertido de que «algunos estudios actuales alertan del peligro de la contaminación del agua embotellada por parte del plástico de las botellas. Cuando compramos agua embotellada no siempre sabemos cuánto tiempo lleva embotellada. El agua de la red de Palma sí se controla y analiza a diario».

Además, han precisado que «el gusto de cloro se reduce de forma substancial dejando reposar el agua en jarras abiertas unas horas antes de consumir o utilizando sistema de filtro doméstico con jarras tipo «brita» o filtros para el grifo del agua de boca».

En este orden de cosas, han precisado que «no hay estudios que avalen que el agua embotellada sea mejor desde el punto de vista saludable, a excepción de aquellos colectivos sensibles, a los que por motivos médicos se les aconseja consumir un agua de muy baja mineralización». También han advertido que «el agua embotellada puede haber sido analizada con bastante antelación al momento del consumo, cosa que no ocurre con el agua de red que es analizada a diario, y además supone un impacto negativo sobre la conservación del medio ambiente. Hay aguas embotelladas con una calidad muy inferior a las de la red de Emaya», han concluido.