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La moda de los vehículos de movilidad personal (VMP) ha hartado a los conductores de los buses de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) de Palma. Muchos pasajeros utilizan el transporte público gratuito para desplazarse hasta sus puestos de trabajo a primera hora de la mañana y llevan consigo sus patinetes para acabar el trayecto hasta su destino. Estos vehículos ocupan tanto espacio que el resto de usuarios tienen dificultades para acceder al autobús.

«El otro día había una docena de patinetes dentro del bus y cuando intentó subir un pasajero en silla de ruedas, hubo bronca entre el pasaje y no pudo entrar. Tuvo que quedarse en tierra», relata indignado un conductor de la EMT. Los profesionales denuncian que se deja a su criterio el bajar a los pasajeros con patinetes para que suban sillas de ruedas y carritos de bebé. Sin embargo, la actitud hostil de algunos propietarios de VMP hace que los conductores desistan de imponer la prioridad.

Andrés Rodríguez, representante en la EMT del Sindicato de Autónomos del Transporte de las Islas Baleares (SATI), confirma que «intentamos priorizar sillas de ruedas y carritos de bebés pero es que hacemos viajes con hasta 15 patinetes en un trayecto». Estos vehículos ocupan tanto espacio que dificultan el viaje a los demás. Según la página web de EMT Palma, a la hora de acceder al bus desde una parada, las personas que lleven silla de ruedas tienen prioridad para entrar ante aquellas que en la misma parada estén esperando con cochecitos de niños, bicicletas o VPM.

Sin embargo, se da el caso de los buses en los que ya van cargados de patinetes e intenta entrar un usuario con carrito de bebé o en silla de ruedas. Según la web de la EMT: «Si no existe espacio suficiente, se condiciona el posible acceso de las personas con movilidad reducida en el bus, por su propia seguridad». El caso es que, según las denuncias, algunos pasajeros con patinete no están por la labor de ceder su espacio y entonces se suceden las trifulcas entre viajeros. La web de la EMT advierte que «las personas que lleven los VPM o bicicletas deberán permanecer junto a los mismos, cuidando de que no caigan o molesten al resto de pasajeros».

Por si no bastara con el espacio que ocupan los VMP, los chóferes también denuncian que los usuarios aprovechan para cargar trastos, dado que el transporte público es gratuito. «He tenido pasajeros que intentaban subir bombonas de butano e incluso una nevera», cuenta Rodríguez, cuyo gremio se pone firme ante la caradura de algunos pasajeros que intentan incluso hacer mudanzas en la EMT.