Dos gatos adultos que pasean y comen en el recinto. | Itziar F. Landero

TW
14

La Fundació Deixalles se ha convertido de un tiempo a esta parte en un refugio improvisado para los gatos que rondan por el barrio del Rafal. En los últimos meses han llegado a congregarse en los alrededores de las instalaciones de la entidad, situada en la calle del Cedre, más de un veintena de mininos atraídos por la comida que los vecinos de la zona dejaban a las puertas del centro de Deixalles. Esta situación ha hecho que la fundación tome cartas en el asunto y por ello en el acceso para los camiones que entran y salen del recinto hay desde hace unos días un cartel que indica que está prohibido dar de comer a los gatos dentro del recinto.

Asimismo, la entidad está castrando a aquellos a los que consigue atrapar para evitar que se reproduzcan y les dan de comer de manera más controlada. Aunque los empleados ya los han retirado, hace unas semanas en una de las entradas había un reguero de pequeños platos donde los parroquianos dejaban, con toda la buena voluntad del mundo, comida para los animales. Sin embargo, esto hacía que las inmediaciones estuvieran sucias y que acudieran otros animales como pequeños roedores también a comer.

Según explica la directora de la Fundació Deixalles, Xesca Martí, desde la entidad han mantenido siempre «una actitud coherente» con esta situación. Por lo que han pedido, sin éxito, ayuda a Seprona, al Ajuntament de Palma y a la perrera municipal de Son Reus. Finalmente, la asesoría la han recibido de asociaciones animalistas, que les han recomendado capar a los animales y darles una toma de comida al día. «Esto es un centro de trabajo, no un refugio», apunta Martí, quien afea el incivismo de los que tiran comida por encima de la verja sin pensar en las consecuencias.

Lo cierto es que la entidad está pagando de su propio bolsillo cada castración que se lleva a cabo y los gatos que van apareciendo los intenta dar en adopción o se los quedan los propios trabajadores. Y es que, solo entre los empleados se han repartido más de 20 mininos. Desde Deixalles se declaran animalistas y dejan claro que quieren que los gatos estén «en las mejores condiciones».

De hecho, aseguran que de constituirse una colonia de gatos en la zona, están más que dispuestos a echar una mano y donar bebederos y comederos, pero subrayan que la solución no puede pasar por dejar agua y pienso a la entrada ni junto a los contenedores de Deixalles, porque es antihigiénico y se han recibido quejas internas de algunos empleados. Actualmente dentro del complejo pasean y comen al menos dos gatos adultos y una cría de varios meses de vida.