Juan Salazar, montado sobre su calesa. | M. À. Cañellas

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Juan Salazar es uno de los 23 conductores de calesas que presta servicio en el centro de Palma. Es el único que para su carruaje en el Passeig Dalt Murada, sin embargo, esto se ha vuelto muy complicado esta temporada pues la toma de agua municipal para que su caballo beba «no funciona» y de pararse ahí estaría a pleno sol. Los caleseros se organizan entre ellos y se reparten las zonas en las que tienen que hacer parada obligatoria para esperar y recoger turistas. Juan lleva «toda la vida» montando a clientes junto a la muralla, pero esta temporada trata de esquivar esa zona a toda costa.

«Estoy achicharrado ahí abajo. Por eso me vengo para arriba», dice refiriéndose a una de las paradas de la Catedral de Mallorca. Este calesero está aprovechando los días que sus compañeros no prestan servicio en su parada para ocupar su lugar y así poder esperar resguardado a la sombra. «Para darle agua al caballo tengo que subir», se queja. «Ya tengo una edad, me pongo allí abajo [Dalt Murada] porque se está más tranquilo. No hay tanta gente, aquí hay mucho bullicio, pero ahora hace demasiado calor. Los días que estoy ahí abajo me tengo que ir a la 13.30 horas, porque no aguanto el sol».

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La parada de Dalt Murada, sin ninguna sombra.

La parada de su galera antes contaba con la sombra de un gran árbol, que fue talado hace unos meses. En este sentido, Juan explica que le gustaría que el Ajuntament pusiera un toldo en su lugar. «Deberían cuidar más la imagen, para que Palma esté bonita», apunta. Sobre el estado de la toma de agua, dice que se ha quejado a Emaya. «Quiero que el caballo y yo estemos en las mejores condiciones posibles». Por su parte, Mobilitat anima a Juan a expresar su queja por escrito para pedir a Emaya la reparación de la toma.