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Después de un traumático y repentino cierre en el mes de marzo, el bar Riu Dolç abre de nuevo sus puertas a tan solo dos portales de su ubicación original, en la calle Alfons el Magnànim 54. Ahora se muda al numero 50 y prepara para hoy su reinauguración bajo el nombre de Nou Riu Dolç. A las 19:00 horas está prevista la celebración con clientes y vecinos

Toni Perelló no se ha rendido, después de la abrupta clausura de su bar, un clásico en la zona del Conservatori en el que se servían llonguets, pambolis y variats. Una rareza en esta Palma mutante que formaba parte del patrimonio hostelero que va languideciendo y que está en peligro de extinción.

«Seguiremos preparando menús del día y el mismo tipo de comida», dice Perelló, que en diciembre de 2023 tuvo que superar el duro golpe de la pérdida de su hermano, el carismático Miquel, con el que llevaba el negocio familiar. «Yo me quiero retirar, pero todavía me falta un año. Ahora tengo 64 años y cuando llegue la edad, pues qué vas a hacer… Pues a vivir la vida», cuenta Toni Perelló.

El antiguo local ya tenía fecha prevista de cierre para finales de este año, aunque se adelantó a marzo tras una visita de sanidad. El local y la vivienda de la planta superior se vendieron a una promotora que tiene previsto construir un edificio de viviendas próximamente. Perelló tenía previsto jubilarse una vez que se iniciaran las obras.

El antiguo Riu Dolç tenía más de 60 años de vida, cuando nació como Can Dolç: «Pasó de padre a hijo y después, lo cogimos nosotros», contaba Toni. Ahora el Nou Riu Dolç seguirá en las manos de su propietario y Yolanda Guardiola se ha convertido en su socia, lo que garantiza la continuidad de este bar de toda la vida. «La gente te lo pide, tenemos personas mayores pero también jóvenes. Nosotros apostamos por hacer una patata frita natural, de La Puebla, que no sea congelada», dice Perelló, que se rebela contra los cambios vertiginosos de la ciudad.

Parte del mobiliario de Riu Dolç se ha venido al nuevo local, que ha adquirido Perelló para evitar sustos con el precio del alquiler. Aún así, habrá parte del mobiliario del antiguo bar que no tiene hueco. «He puesto a la venta las sillas del antiguo bar. Son de níquel con el respaldo forrado de piel». Un recuerdo de un bar que fue punto de encuentro de músicos y vecinos.