Una bandera palestina, pintada en un rincón de Son Gotleu. | F.F.

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Son Gotleu vive en un estado de calma tensa de manera permanente. La mezcla cultural, social y étnica que convive en esa barriada palmesana ha derivado en ocasiones en enfrentamientos entre diferentes colectivos que han alterado de nuevo la ya de por sí realidad de una de las zonas más humildes de Palma, donde el riesgo de exclusión social es elevado y cualquier acontecimiento puede detonar la crisis.

«Esto es una bomba que puede estallar en cualquier momento», aseguran algunos vecinos de toda la vida, que se resignan a su suerte y lamentan «cómo ha cambiado el barrio, aunque hay momentos buenos, de calma, pero cuando hay nervios se hace difícil estar aquí», refieren. Episodios de violencia como los protagonizados por delincuentes de origen argelino, y echaron a la calle al importante colectivo gitano y a parte del resto del vecindario, han elevado el descontento y la desconfianza en un espacio sometido a los prejuicios.

Ahí destacan que, pese a la presencia policial permanente, resulta complicado controlar estos episodios. «Hemos visto a gente muy violenta, muchos no tienen nada que perder. Pero todavía quedamos vecinos de toda la vida que tenemos que aguantar de vez en cuando toda esta violencia, que queremos al barrio porque es donde hemos vivido buena parte de nuestra vida... y estamos un poco cansados», aseguran estos residentes en la zona, que han visto con sus ojos «como lo que era un barrio de gente trabajadora, familiar... ahora está sucio, abandonado y lo peor es que la gente no hace nada por arreglarlo», y pese a que saben que desde el Ajuntament de Palma «se han hecho cosas, se han intentado con varios alcaldes», son conscientes de que «si la gente no respeta lo que es de todos, es complicado salir...».

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Ellos han visto marcharse a antiguos vecinos «hartos» de ver cómo Son Gotleu se marchitaba. «La gente mayor, si puede, se marcha. Pero los hay que no podemos irnos de aquí, no tenemos medios o ya estamos viejos, y no nos queda otra que aguantar», aseguran resignados, porque «no vemos salida, esto no va a cambiar mientras los que no respetan ni nos respetan sigan campando a sus anchas...».

Les llama la atención, a su vez, la llegada del alquiler turístico ilegal. «Lo leímos en el periódico y supimos a qué venía ver a gente con maletas por el barrio, gente que no es de aquí... Parece que es algo que pasa en todo Palma, pero que llegue hasta cerca de Son Gotleu, nos sorprendió mucho. No es un lugar en el que haya mucho que ver...», comentan con cierta ironía.

Mientras tanto, desde la plaza Orson Welles seguirán divisando la realidad de una de las caras de Son Gotleu, ese barrio estigmatizado y dividido en dos por la calle Indalecio Prieto, eje de una barriada en la que pocos ven futuro pese al empuje de quienes siguen peleando por ver la luz.